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Habían pasado años desde que no visitaba el apartamento de Rob, ubicado en una de las mejores zonas de la capital, encontrado en lo más alto de un elegante edificio. No era un penthouse ni nada por el estilo, aunque sabía bien que su hermano podía costeárselo, pero seguía siendo un apartamento muy bonito que se acoplaba perfectamente a su vida de soltero.

Presionó el intercomunicador con Tom detrás suyo y esperaron.

Frunció el ceño al no recibir respuesta. Un carro negro se estacionó en la acera junto, captando la atención de ambos.

-Es Nico- comunicó Tom, tras agacharse un poco para ver mejor a través del vidrio.

-Hola- saludó Noa cuando su hermano bajó- Me parece que Rob no está en casa.

-No me sorprende- dijo Nico, recargandose contra el carro con una expresión entre el fastidio y lo cansado.

-¿Es el carro de papá?- preguntó Noa, y su hermano se limitó a asentir. No estaba de humor al parecer.

-Hay un niño...- Tom señaló con suavidad y Noa asomó la cabeza. En el interior del carro, en un asiento para bebés, estaba su sobrino jugando con algo entre sus manos.

-Oh por...- hizo a un lado a su hermano de un suave empujón y abrió la puerta del carro. Charlie la miró con sus hermosos ojos azules, idénticos a los de Nico, y soltó un chillido, emocionado.

-Estoy bien, gracias por preguntar- exclamó Nico con sarcasmo, viendo como su hermana tomaba a su hijo entre brazos y lo presionaba contra ella en un abrazo. Charlie creció mucho desde la ultima vez que lo tuvo en brazos, había dejado ser sencillo sostenerlo puesto que ahora era más inquieto y se removía como si quisiera escabullirse.

-¿Qué hace aquí?- le preguntó Noa a su hermano. Tom se limitaba a observarlos con una sonrisita enternecida- ¿No lo habías dejado a cargo de alguien más?

-Extrañaba a su mamá- explicó brevemente. Noa miró con mayor detenimiento a su hermano. Las ojeras bajo sus ojos eran marcadas y profundas, estaba exhausto y...triste- Pero Gwen está descansando ahora mismo. Ya no recordábamos como era tener a un recién nacido.

No le gustaba pensar en como el nuevo bebé de Nico había nacido en el peor momento posible, pero así era. Era evidente que su hermano aún no asimilaba la muerte de su padre y no estaba en condiciones de cuidar de nadie. Probablemente él deseaba que alguien lo cuidara. Noa sintió lastima por su hermano.

-¿Cómo está Gwen?- interrumpió Tom, auténticamente preocupado. Charlie estaba jugando con la nariz de Noa, haciéndola arrugar su expresión.

-Está bien, afortunadamente- respondió Nico, inclusive su voz se escuchaba cansada, casi arrastraba las palabras. Suspiró y miró a su hermana-Es mamá la que no está bien, Noa. No quiso asistir hoy. Prefirió quedarse con Gwen.

-Eso es decir mucho- murmuró Noa.

Charlie se abrazó de Noa y apoyó la mejilla en su hombro. Ella lo sostuvo con fuerza, inhalando su olor a bebé. Eso era algo que tenían los bebés, eran reconfortantes sin esforzarse si quiera. Sin embargo, la espalda comenzaba a dolerle y los brazos a entumecerse.

-Dale tiempo- prosiguió Noa con suavidad- Todos necesitamos tiempo, Nico.

Su hermano desvió la mirada al suelo. Le parecía casi irreconocible esa versión de Nico. Demasiado desalineado y triste como para ocultarlo.

-Charlie, te quiero presentar a alguien- dijo Noa, acariciando la espalda del pequeño para captar su atención-Él es Tom. Tom, él es Charlie.

-Hola, Charlie- dijo Tom, intentando captar una de sus manitas pero Charlie fue más rápido y la retiró. Reaccionó con recelo y volvió a abrazar a Noa por el cuello.

My museWhere stories live. Discover now