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A la siguiente mañana, el misterioso dueño de Loki seguía sin dar señales, y la preocupación empezaba a asentarse en Noa y Tom. El destino del cachorro se tornaba incierto. Si bien Tom no era exactamente un amante de las mascotas, su paciencia sobrepasaba las travesuras de Loki, sobre todo después de que este mordiera uno de sus zapatos.

-Entiendo por qué mis padres nunca me dejaron tener un perro -resopló Tom, su mirada llena de compasión mientras observaba su pobre zapato dañado.

-¿Y si lo abandonaron por ser demasiado travieso?- sugirió Noa.

-No lo dudo- convino Tom, malhumorado. 

-Les he dejado un mensaje, para que sepan que tenemos a su perro- dijo Noa, moviendo el celular en su mano con nerviosismo.

-¿Y ahora qué haremos con él? -se preguntó Noa, acomodándose en el sofá. Loki corrió hacia ella, apoyando su cabeza en su regazo con ojos suplicantes, buscando cariño que ella no pudo negarle.

-No estoy seguro -suspiró Tom-. Tal vez deberíamos considerar encontrarle un nuevo hogar.

-¿Y si lo adoptamos nosotros? -propuso Noa, pestañeando coquetamente. Aunque Tom negó con la cabeza de manera firme, había un atisbo de duda en su gesto.

-No, Noa.

-Vamos, míralo. Es tan adorable.

-Esto es solo una etapa, luego crecerá -observó Tom-, cuidar de un perro es toda una responsabilidad.

-Es menos complicado que criar a un hijo -replicó Noa, con un brillo travieso en sus ojos.

-¿Desde cuándo dije que quisiera un hijo?

El comentario hizo que Noa lo mirara de manera penetrante. Aunque debería haber sido un comentario inofensivo, tocó una fibra sensible en ella. Tom se dio cuenta de su error al instante.

-Tú siempre has querido una familia- dijo Noa- No te engañes.

-Lo que intento decir es que sería mejor para él estar en un hogar donde lo cuiden bien-aclaró, ignorando el comentario egocéntrico de Noa.

-Está bien -cedió Noa. Si no fuera por las estrictas políticas de su arrendador con respecto a las mascotas, ella consideraría seriamente quedarse con Loki. Apenas habían pasado unas pocas horas y ya se había encariñado profundamente con el travieso cachorro.

-Tranquila -dijo Tom, intentando suavizar la tensión-, simplemente no me siento capaz de cuidar a un perro.

-Entiendo -asintió Noa-, supongo que encontraremos una familia que pueda darle el amor que merece.

-No te encariñes demasiado -advirtió Tom, observando cómo acariciaba la cabeza peluda de Loki. Tom se puso de pie para preparar el desayuno.

-Sé que puedes convencerlo-susurró Noa a Loki, quien seguía descansando en su regazo.

Ambos colaboraron en la preparación del desayuno y, una vez listos, decidieron llevar a Loki a dar un paseo para que hiciera sus necesidades. El cachorro correteaba emocionado por la acera. Dado que no tenían una correa en ese momento, optaron por dejarlo correr libremente.

La intensa frescura londinense se acentuaba mientras diminutas gotas de lluvia danzaban intermitentes en el aire. A pesar del firmamento velado en nubes, el día se erigía radiante para Noa. En su esencia, la existencia de Tom tejía una melodía de júbilo en su ser, como un reflejo luminoso que iluminaba su sendero incluso en los momentos más oscuros.

Mientras Noa enviaba un mensaje a Harry y caminaba, escuchó a Tom llamando a Loki con gritos y silbidos para evitar que cruzara la calle sin precaución. Noa también notó un mensaje en su cuenta de Facebook, de Kyle, aquel chico con quien se habían cruzado en el restaurante francés días atrás.

My museWhere stories live. Discover now