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-¿Qué querían hablar conmigo?- preguntó Noa, sentándose junto a su padre en el largo sofá. Rob rodeó su escritorio y se sentó poniendo ambas manos entrelazadas encima de la madera.

-Tú hermano tiene una propuesta para ti- miró a su padre con curiosidad y luego a Rob que levantó una mano para diferir.

-Es una propuesta de papá en realidad- aclaró. Abrió un cajón a su lado y sacó una carpeta que deslizó por el escritorio en su dirección.

-Hija, queremos que trabajes con nosotros. Siempre lo hemos querido. Desde niña has demostrado un gran potencial, tenías una inteligencia que sobrepasaba la de tus hermanos- dijo su padre, su rostro se iluminó con solo pensarlo. Rob carraspeó ante eso último y Noa tensó todo su cuerpo- Tendrías un puesto de alto nivel y en la hoja está escrito cuánto te estaríamos pagando.

Noa arrugó el rostro con angustia, mirando la carpeta cómo si se tratara de un perro rabioso que le mordería la mano si se atrevía a cogerla. Su corazón latió velozmente y levantó los ojos hacía su hermano que yacía recostado en la silla, tranquilamente, disfrutando el silencio de la oficina. Solo había un razón por la que Rob estaría tan tranquilo ante una propuesta que sabía podía arrebatarle todo su duro trabajo en esa empresa. Sabía que ella rechazaría.

-¿Por qué cambiaste de oficina?- preguntó Noa, tomándolo por sorpresa. Él frunció el ceño por el cambio de tema tan repentino. Noa miró el paisaje tras él en el gran ventanal. El sol se estaba ocultando tras unas nubes grises que comenzaban a arremolinarse por el cielo.

-Esta tiene mejor vista-replicó sin prestar mucha atención a la pregunta. Tenía razón, podía corroborarlo tan solo mirando unos segundos a través del vidrio. Las nubes estaban cargadas de lluvia, a punto de estallar.

-Me gustaba más la otra- opinó Noa con aire reflexivo. Pudo sentir la mirada de su padre clavada en ella, atravesándola como dagas-A parte tiene muchos recuerdos...

-Noa- interrumpió la fuerte voz de Anthony, su padre. Se estremeció por el cambio de tono que la transportaba al pasado, a su niñez. El vidrio se mojó con las primeras gotas de lluvia- Pon atención.

-No me interesa trabajar aquí- refutó ella, alejando la carpeta al deslizarla hacia Rob. Ni siquiera la había abierto. No había nada ahí que pudiera interesarle. Por años pensó que eso había quedado en claro entre su familia.

-Te lo dije- canturreó Rob con una sonrisa suficiente. Anthony frunció el ceño en dirección a su hijo y después a Noa. 

-Por lo menos revisa el contrato y la cantidad que te ofrecemos- sugirió su padre. Noa negó con la cabeza, obstinadamente. No importaba la cantidad de dinero que le ofrecieran, a pesar de las dificultades que había tenido para salir adelante siendo económicamente independiente de sus padres tras escoger una carrera relacionada a las letras, no pertenecía a ese lugar y no estaba dispuesta a condenarse a una vida infeliz por unas cuántas libras. Su padre ni siquiera debería estar sorprendido. Fue él quién siempre le enseñó a mantenerse firme a sus ideales aunque estos le costaran la vida. Tal vez nunca se esperó que los usara en su contra.

-No hay nada en ese contrato que me pueda interesar, papá- insistió Noa- Yo decidí seguir un sueño y ya he luchado bastante por él como para abandonarlo ahora.

-¿El de ser escritora?- su padre enarcó una ceja y a Noa se le revolvió el estómago, presintiendo lo que se avecinaba. Aún así, asintió con seguridad- Hija, ya hay demasiados escritores fracasados. A parte, tú naciste para este negocio, no para ser escritora. El destino no debe ser forzado. Este siempre fue el legado de tus hermanos y tuyo. Así cuándo yo...

-Papá- interrumpió Rob, negando con la cabeza, advirtiéndole que se detuviera. Noa apretó los dientes, sintiendo ese molesto nudo en la garganta que le impedía tragar saliva correctamente.

My museDonde viven las historias. Descúbrelo ahora