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-¡Por fin!- exclamó Jessy. Noa dio un salto en su asiento, aún con el volante entre manos. Ella pensaba que Jessy seguía dormida en el asiento trasero puesto que no había dicho nada en lo que restaba del viaje- Pensé que nunca íbamos a llegar.

-Sólo duró una hora, amor- murmuró Tom. Tenía la cabeza apoyada en el vidrio de la ventana, con los ojos cerrados y la tranquilidad reflejada en su semblante.

Jessy lo rodeó desde atrás con los brazos, despertándolo por completo. Tom restregó sus ojos con el puño. Jessy se inclinó sobre el asiento y le dio un suave beso en la mejilla. Él sonrió con pereza.

Noa apretó el agarre en el volante y enfocó sus ojos en la corta distancia que quedaba de carretera y en nada más que eso.

La música continuaba reproduciéndose, una canción que Noa desconocía, cuándo Jessy se estiró entre ambos para apagar el estéreo.

-¡Oye!- se quejó Noa.

-Un poco de silencio no nos hará daño- dijo Jessy. Regresó a la misma posición donde rodeaba a Tom con los brazos.

-¿Ya puedo decir que "tenía razón"?- dijo Noa con tono altanero, rompiendo el silencio. Jessy soltó una suave risita. Tom puso los ojos en blanco.

-No esperes que Tom admita estar equivocado- dijo Jessy, burlona.

-¡Oye!- exclamó él, con aire ofendido- Sé admitir cuándo me equivoco tanto o más que Noa.

-Eso no es decir mucho, entonces- coincidió Jessy.

-Estoy esperando- canturreó Noa. A lo lejos vio la gran casa despintada por los años, oculta por árboles y un largo camino de carretera de más de un kilómetro que aún les faltaba recorrer.

A pesar de tratarse de una casa descuidada, tenía un gran valor adquisitivo al igual que sentimental para la familia Spencer. Rodeada de las familias más ricas en la ciudad, su casa de verano era la más antigua y abandonada del lugar. Aún así, continuaba siendo la de mayor valor en toda la cuadra.

-Por el otro camino hubiésemos llegado en cuarenta minutos- inquirió Tom. Jessy soltó una carcajada por la terquedad de su novio. Noa negó con la cabeza fingiendo desaprobación cuándo en realidad la situación le divertía. El hecho de que ambos podían llegar a ser tan tercos para admitir que el otro tenía la razón los hacía tan iguales que hizo dudoso que alguna vez se hubiesen llevado mínimamente bien.

-Por cierto, tengo un regalo para Aiden- dijo Jessy- Tiene gustos muy especiales, solo espero que le guste. Fue difícil escogerlo.

-Se va a desmayar cuándo vea que le trajiste un regalo personalmente- bromeó Noa. Jessy le dio un golpe de advertencia desde el asiento trasero.

-¿Por qué?- preguntó Tom sin comprender en su totalidad el chiste. Noa se dio cuenta de su error, y por alguna retorcida razón que la hacía sentir culpable, no se detuvo.

-Aiden está enamorado de Jessy desde hace años- explicó vagamente. La reacción que esperaba por parte de Tom no sucedió.

-Bueno, no lo culpo- le sonrió tiernamente a Jessy. La chica se sonrojó y acomodó un mechón de cabello rubio detrás de su oreja.

A Noa se le encogió el estómago. Odiaba el conflicto interno que le causaba estar en compañía de Tom y Jessy, y toda la clase de emociones que le provocaban. Este sería un viaje largo y agonizante.

Maldito sea Harry por no venir

Cuándo vio a su mamá de pie en el umbral de la puerta, sintió un tremendo alivio.

La mujer los saludó a lo lejos con un movimiento de su delgada y estilizada mano acompañado de una hermosa sonrisa. Siempre pensó que su madre parecía salida de la realeza si no fuese por el hecho de que venía de una familia de granjeros que un día decidieron hospedar a un joven sin saber que se trataba del hijo de un millonario. Esa era una historia que les gustaba contar por las noches junto a la piscina y que los hermanos se sabían de memoria.

My museWhere stories live. Discover now