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Eran casi las tres de la mañana y le estaba siendo muy difícil dormir. Estaba exhausta y aún así, al cerrar los ojos, no podía conciliar el sueño.

Pasó ambas manos por su rostro con frustración y soltó un gruñido. Solo podía pensar en lo cansada que estaría a la mañana siguiente en el trabajo. Sería difícil no cabecear mientras leía la cantidad de borradores pendientes que tenía encima de su escritorio.

Sabía quién era el culpable de su insomnio, Tom.

Quería arrancarlo de su cabeza, borrar el toque de sus manos sobre su cuerpo, sus sentimientos inciertos hacia él... No sabía qué debía sentir por él. Un día antes había estado entusiasmada por la simple idea de un mensaje o llamada de él, de volver a sentir sus labios sobre los suyos, su lengua jugar con la suya o sus ojos azules como el océano admirándola. Ahora todo eso le parecía absurdo y eso ocasionaba un gran hueco en su corazón y una culpa infinita. Nunca sucedería.

No fue nada sencillo compartir una mesa con él durante dos horas. Ver a su amiga tan enamorada de él, acariciando su cabello rubio con ojos soñadores, y dándole besos ocasionalmente, le revolvía el estómago a Noa. Desviaba la mirada con la sensación de alguien cavando un hueco en su pecho.

Derrotada, tomó su almohada y arrastró los pies por la madera del piso. Salió de la habitación y consideró entrar a la de Harry, abrazarlo e intentar dormir como muchas veces hacía. Se negó y se dejó caer en el largo sofá de la sala. Suspiró y cerró los ojos, enfocándose en el sonido del viento filtrándose por la ventana.

Enfocando todos sus sentidos en ese sonido, los ojos comenzaron a pesarle y, sin darse cuenta, ya estaba soñando. 

"Vamos. Te prometo que quedará bien"

"No, no. ¿Qué tal si queda mal y me vuelvo la burla de la escuela?"

"Tom, he estado practicando mucho, saldrá bien te lo prometo"

"De acuerdo. Hagamos un trato, si queda mal, yo cortaré el tuyo a mi gusto"

"Trato hecho"

Se removió entre sueños y soltó un quejido a lo bajo. Los ojos azules de Tom la miraron con nerviosismo a través del espejo del baño. Noa pasó los dedos por su cabello rizado. Era suave y muy dorado.

"¿Y si te rapamos?"

Aún recuerda la cara de horror que Tom puso al escuchar tal sugerencia. Noa soltó una carcajada.

¿Cómo olvidó eso por tantos años?

Ese sueño la hizo sonreír con los ojos aún cerrados. Abrazó con más fuerza la almohada y se acomodó lo mejor que pudo en aquel duro sofá. Estaba segura que despertaría con dolor en el cuello, pero mínimo había logrado conciliar el sueño.

-Noa- llamó Tom, sus ojos azules se iluminaron al mirarla. Ella frunció el ceño.

-Noa- No era su voz, pero era una familiar. Repitió su nombre hasta que logró reconocerla. Harry estaba inclinado sobre ella, mirándola confundido- Dios, pensé que habías muerto. No despertabas. ¿Qué haces durmiendo aquí?

-¿Qué?- lo había escuchado, pero su cerebro no lograba procesarlo lo suficientemente rápido. Aún estaba en ese sueño cortándole el cabello a Tom con una sonrisa.

La decepción cayó encima de ella cuando se dio cuenta de que solo había sido un sueño, como un balde de agua fría. No debería estar soñando con el novio de su mejor amiga; debería ya haber olvidado el tema por completo.

-¿Qué haces durmiendo aquí?- repitió Harry, pacientemente.


La confusión entre la realidad y el sueño sigue afectando a Noa, y su dilema emocional se hace más evidente. Vamos a resaltarlo:

My museWhere stories live. Discover now