De un Mafioso | Clan Crawford #1

Capítulo 10

Juro por mi vida, y la vida de mis siguiente siete generaciones, que no volveré a quejarme de mi estilo de vida, o carencias, nunca más. Estoy privada de mi libertad, sin poder hablar con Chase o Cassie, sin poder siquiera estar frente a mi computadora mirando alguna serie o haciendo mi trabajo… O tal vez una videollamada con Cassie o Chase mientras hago mi trabajo y vemos una serie. Sí, simultáneamente.

Jamás estuve tanto tiempo incomunicada de las personas que quiero, y no hay día que no lo pase con Chase, y si no es con él es con Cassie. Tal vez… Tal vez sí soy un poco dependiente de ellos, y no es para nada saludable, pero los extraño mucho, y solo de pensar que esto se puede prolongar mucho más tiempo me deja un poco enferma.

Bajo de la cama, acariciando la alfombra con mis pies al bajar, y con desánimo camino hacia la puerta una vez más, después de haber perdido la cuenta de cuántas veces lo he hecho ya. Entonces, y con toda la fuerza que me queda, comienzo a aporrear la puerta una vez más mientras grito los nombres de Eslay y Matthew.

No sé cuánto tiempo he pasado en esta habitación, pero siento que estoy volviéndome loca. Ya no soporto las paredes blancas, el silencio y la molesta sensación de que algo me falta… A demás de mi libertad, mi libre albedrío. En definitiva, no soportaré estar aquí hasta que Eslay tenga los resultados de ADN; por un momento creí que podría, pero después de su amenaza, seguido de un intento de trato dulce… La verdad es que no me siento segura, mucho menos después del ataque de Jaron.

Mi integridad física corre peligro, y por consecuente, la de mi bebé también. No puedo manejar los cambios de humor de Eslay con mi carácter, y eso lo tengo claro.

Escucho unos pasos al otro lado de la puerta, y me alejo lo suficiente para que ésta no me golpeé al abrirse. Se oye el seguro, y entonces la puerta se abre lentamente para que Matt entre en la habitación, primero asomando su cabeza, y luego dando un suspiro antes de entrar por completo en la habitación.

—Ésta vez llamé a Eslay más veces, sin embargo sigues viniendo tú… ¿Por qué? —pregunto, viéndolo desde mi lugar en el piso.

—¿Estás jugando, a caso?

Ladeo la cabeza luego de negar—. No, sin embargo sí estoy aburrida.

—¿Qué quieres? —pregunta, entre cansado y malhumorado. Puedo entenderlo, si tuviera que lidiar conmigo misma también lo estaría; pero sé que no soy lo único que le molesta.

—¿Dónde está tu jefe?

—Eslay salió, y no sé porqué respondo si no debería estar dándote explicaciones. —Vuelve a suspirar y frota su cien con paciencia—. Hace como media hora, para no tener que seguir soportándote… Lo envidio —murmura, pero llego a oírlo y le frunzo el ceño—. Ahora, dime que quieres porque me terminaré yendo si no hablas.

Muerdo mi mejilla interna y luego la suelto, jugando nerviosamente con mis dedos—. Eslay ya sabe que no le miento, ¿cierto?

Matthew se recarga en el marco de la puerta y se cruza de brazos, mirándome con una expresión que intenta ser seria antes soltar un fuerte bufido.

—Ustedes dos no son muy diferentes; son igualmente complicados. —Se acerca a mí pero no se pone a mi altura, solo me mira desde arriba y da unos golpecitos en mi cabeza, como si fuera una niña—. Sí, ya lo sabe. ¿Cómo te diste cuenta?

—En su escritorio… Había unos papeles con sellos de una clínica privada, y solo supuse. —Suspiro y me dejo caer hacia atrás con un quejido, extendiendo mis brazos a los lados—. ¿Por qué no me deja libre?

—Es Eslay, nunca espera que siga una línea coherente para sus acciones. —Del bolsillo de su pantalón saca el teléfono celular que me había dado hoy, y lo deja sobre la mesita de noche—. Pero… Piensa que tal vez porque lo sabe es por lo que no te deja ir aún, tal vez sea un castigo.