Capítulo 57

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—¡Cassie, llegué! —grito una vez que estoy dentro de su departamento. No dudo en dirigirme al sofá y desplomarme sobre éste, quitándome las lindas botas de tacón bajo, suspirando con gran alivio al levantarlas piernas al sofá.

Una puerta se abre, y volteo a ver a mi amiga asomándose por la puerta de su habitación con una enorme sonrisa. Se apresura hasta mí, y envuelve sus brazos a mi alrededor en un efusivo abrazo. No hace falta remarcar que está feliz, y eso me hace sonreír también… Tal vez no hable hoy con Chase respecto a Stephanie, y espero que Doug no lo haga tampoco.

Por supuesto, no está feliz con Chase y Cassie juntos, y puedo entenderlo, pero Doug no es una persona con maldad en el cuerpo, así que dudo que algo salga de su boca por malicia; confío en él con mi vida.

Cassie se separa de mí, rodea el sofá y se inclina hacia mi vientre, dándole unos gentiles toques, y la emoción vuelve a brillar en sus ojos cuando apoya la mejilla cerca de mi ombligo, con la humedad de su cabello atravesando apenas la tela del vestido.

—¡Ya me enteré que eres un niño! —chilla con emoción—. Serás un niño precioso, y muy mimado. ¡Dios, nace de una vez! Quiero ver su carita y sostenerlo. —Eso último me lo dice a mí, y no puedo encontrarme más tensa en este momento.

¿Cómo le digo que no quiero que nazca porque tengo miedo? De verdad quiero que ese momento llegue lo más lento posible… Soportaría mis pies hinchados toda la vida si no tengo que correr el riesgo del parto.

Otra puerta se abre, y volteo para saludar a mi hermano, arrepintiéndome de inmediato porque no está usando más que un bóxer, y termino cubriendo mi periférica para no verlo. Lo peor de todo es que por más que quiera no podré borrar esa imagen de mi memoria.

—Quedaré traumada de por vida…

—Hola, Riv —me saluda él, y en cuanto oigo una puerta cerrándose bajo mi mano.

Le doy una mirada a Cassie, que más bien es una mueca de asco, y ella solo ríe.

—No había pensado en las consecuencias de tú saliendo con mi hermano. Esto es demasiado asqueroso. —Ella levanta mis piernas, sentándose y poniéndolas sobre su regazo, así que sutilmente le pido que me haga masaje, poniéndole mi pie en las manos—. Mientras me das un masaje, ¿qué tal si me cuentas qué tal ha ido con Chase estos días? Por supuesto que bien si no me has enviado ni un solo mensaje —le reprocho en broma.

—Tuve una discusión con la recepcionista del hotel. —Suspira, comenzando el masaje, y con eso ya me tiene en sus manos—. Quise convencerla de que me diera la llave de Chase…

—¿Qué tú qué? —Termino riendo.

—No perdía nada con intentar, pero al final no me la dio. Casi llama a la habitación de Chase para confirmar que era alguien de confianza, ya sabes. —Me mira con cierta picardía brillando en sus ojos y una sonrisa se extiende por sus labios—. Le dije que podía ir por mí misma, y tampoco quiso. Así que me metí a la fuerza.

La risa silenciosa ya comenzaba a sacudir mis hombros, y mis abdominales tiraban con un pequeño dolor, solo que esta vez no por algo malo. En realidad no me sorprende, no viniendo de ella; es Cassandra O’Brian, después de todo, la chica que a los dieciocho siguió a Chase al Scazzottata, solo porque siempre llegaba con moretones… Ese era un jodido peligroso lugar: peleas clandestinas, sin importar tu edad.

—Entré a la habitación justo a tiempo, y… Bueno, hablamos, comimos, nos besamos, hablamos y…

—No des tantos detalles —la corta Chase, saliendo de la habitación vestido y muy pulcro—. No los necesita, y no veo necesario que continúes con la línea de lo que hicimos después.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora