Capítulo 25.5

81.4K 5.9K 529
                                    

POV ESLAY

Salgo de la mansión luego de despedirme de River, y entro en mi auto, acompañado de Matt, quien se sienta frente al volante. Me siento con un ánimo renovado, debo admitir, e incluso antes de proponerle a River que viviera aquí, ya había llamado a ciertos contactos para que me facilitaran el regalo para ella.

Ni siquiera Beatriz ha podido cambiar mi buen humor. Ha estado haciendo un poco de drama desde que le he estado cancelado nuestras citas de sexo desde que la dejé para ir por River al hospital; y es un drama constante de, como reloj, está enviándome mensajes cada una o dos horas, dependiendo de lo ocupada que esté. Y, honestamente, no podría importarme menos si no fuera que a quien fastidia es a mí.

Finalmente acepté verla hoy en Clandestine, pero no es para lo que ella espera, y deseo dejarle la situación en claro de una vez. No creí que esto sucediera en algún momento, y no es como que estuviera evitándolo… Pero, River no ha salido de mi cabeza, y eso es bastante malo, tanto para ella como para mí.

Llegamos al puerto, nuestra pequeña parada antes de ir a Clandestine, y ambos bajamos, acomodando nuestro saco y corbata antes de caminar hasta la pequeña cabina cerca del muelle.

—En el camino estaba pensando —dice Matt a mi lado, con una expresión pensativa, rompiendo el silencio que habíamos mantenido desde que salimos de la mansión—. ¿Fue correcto dejar a River con Troch?

Levando una ceja en su dirección—. ¿Preferías quedarte tú? ¿Tengo que recordarte tu lugar?

—Te dejé patearme el culo, no te vanaglories tanto a ti mismo —responde con una sonrisa arrogante, y seguramente ambos recordamos el mismo momento: cuando decidí dejarle en claro que River se encuentra fuera de los límites para él, y para cualquiera—. Pero no lo decía por eso. Ambos son un peligro para las personas allí.

—River se portará bien —le aseguro, guardando el sentimiento de satisfacción para mí.

—Suenas muy convencido.

—Lo estoy.

—¿Pero por cuánto tiempo? —Llegamos a la cabina y Matt se apoya contra la pared de madera, sin quitar la sonrisa arrogante de su rostro.

—Guarda silencio —espeto, frunciendo el ceño, y eso provoca una risa en él.

Se pone a mi lado, y entonces toco a la puerta. En cuanto ésta se abre, lenta y casi con miedo, en cuanto el hombre del interior nos ve parado allí, hace el intento de cerrarla, pero Matt detiene la puerta. Apoya mejor la palma de su mano, y entonces usa toda su fuerza para empujarla y abrirla por completo, haciendo al hombre trastabillar hacia atrás.

—¡Angus, mi gran hombre! —hablo con falsa alegría mientras camino dentro, siguiendo a Matt. Una sonrisa se dibuja en mis labios mientras me acerco a él—. Es bueno volver a verte, ¿no lo crees también? —Le hago una seña con la cabeza a Matt, y lo termina sujetando por los hombros para obligarlo a sentarse frente a mí, y no lo suelta—. ¿Sabes? No eres un novato, ¿hace cuánto trabajas para mí?

No responde a mi pregunta, no solo por ser retórica, sino porque ya está temblando de miedo; y todo empeora para él en cuanto saco mi arma y comienzo a limpiarla con el pañuelo guardado en el bolsillo interno de mi saco.

—¿Cómo es posible que por segunda vez en menos de un mes… le hayas entregado mi carga por error a alguien más? —Mi expresión pasa de ser seria, a atemorizante. Puedo adivinar de qué manera estoy mirándolo, por el terror en la cara de Angus—. ¿Y cómo es posible que ese alguien más haya sido Yair? —Hago un sonido de negación, al mismo tiempo que muevo mi cabeza de un lado al otro, y suspiro—. Uno creería que tras siete años trabajando para mí, aprenderías una o dos cosas acerca de con quién te conviene relacionarte, y a quién no te conviene traicionar.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora