Capítulo 62

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Luce realmente diferente de la última vez que, desgraciadamente, lo vi; ya no hay rastro de su bello rostro, o alguna fibra de cabello. Su piel parece estar hecha por filamentos pálidos en una piel permanentemente rosácea, de aquella que solía ser más oscura y caribeña. Todo él está desfigurado, puedo verlo incluso en sus manos, y en los tatuajes que se asoman por su suéter, luciendo derretidos. Es normal, después de todo, Eslay lo incineró… O, al menos, eso se supone que debía haber hecho.

Yair no debería seguir con vida después de eso, es un hecho.

—¿Esperándome? —contraataco, haciéndome la desentendida, y cuando me hace una seña con la cabeza, entro al departamento y cierro la puerta—. ¿Cómo lograste entrar? —No obtengo una respuesta por su parte, y en cambio agacha la mirada para ver a Yefrem.

Trago grueso, su pequeño cuerpo cabe demasiado bien en los brazos de Yair, y me siento aliviada de ver que ni siquiera tiene un rasguño y, en cambio, incluso parece que lo ha bañado y se ha ocupado de él. Sin embargo, eso no me deja sentirme mejor. Quiero acercarme, tomarlo y huir, quiero abrazarlo y mantenerlo protegido…

—Quítate el arma —dice, sin dejar de mirar a Yefrem, y solo levanta la vista cuando no me muevo en lo absoluto—. No soy estúpido, quítate el arma y entrégamela. Puedo verla en la cintura de ese pantalón. —Me observa largamente, y termino sacando la pistola, sopesando la idea de dispararle en ese momento, pero no puedo cuando mi bebé está así de cerca—. Luces más delgada, ¿no has estado comiendo?

—¿Por qué tomaste a mi hijo? —pregunto, mientras la pistola me es arrebatada de la mano, y él suelta una risa incrédula.

—¿Y tienes el descaro de preguntar? —La indignación está muy presente en su tono de voz—. ¡Después de todo lo que he hecho por nosotros! Hice de todo para que Eslay ya no se entrometiera en nuestro camino. —Se pone de pie, alejando el biberón de Yefrem de su boca, y sujeta la pistola con rabia mientras da unos cuantos pasos cerca de él. Es difícil saberlo con tantas heridas en su rostro, pero puedo apostar a que está furioso—. Él se había marchado, y creí que por fin te dejaría correr libre hacia mí… ¡Pero no lo hiciste! Luego me puse a pensar, y me pregunté porqué no lo estabas haciendo. —Ríe, como si fuera el genio de las conclusiones, y le da su dedo a Yefrem para que juegue con él—. Me di cuenta de que no lo hacías, no porque no me amaras, sino porque él te tenía atrapada allí.

Esta conversación, su monólogo, está llegando a lugares tétricos y desvirtuados. Él realmente se cree todo lo que está diciendo, ¿cierto? De verdad su cabeza está totalmente segura de que la mierda que pasó cuando se quiso casar conmigo a la fuerza fue un acto romántico y que debería apreciar, y decir que fue totalmente por voluntad propia.

Infiernos.

—Así que provoqué un accidente, si te creía muerta ni siquiera intentaría nada. —Ríe nuevamente, esta vez de forma amarga, y su expresión comienza a cambiar de a poco. Sus músculos se contraen, estirando la piel rosada, y su mueca es de profuso odio se profundiza—. Pero ese hijo de perra no se rinde, ¿cierto? Tuvo que hacerme esto. —Se señala a sí mismo, y entonces vuelve al sofá, y se deja caer en él, protegiendo a Yefrem de la sacudida—. Pero nada de eso importa ahora, ¿cierto? —habla con cariño hacia mi bebé—. Porque ahora mami está con papi, y tú serás el niño más feliz, ¿cierto, Angelo? —Voltea a verme, y me siento asqueada por la escena. Está mirándome con amor, con un brillo de ilusión, y entonces me da un guiño—. Escogí el nombre, espero que no te importe.

Siento pánico y confusión. Quiero entender su mente, pero el desgraciado parece ser muy complejo para eso, es decir… He tratado con personas que padecen de algún problema mental, como esquizofrenia, pero esto no se le acerca ni un poco. ¿Borderline, bipolaridad? No lo sé, me inclino más por psicopatía o sociopatía.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora