🍁 𝓔𝓵 𝓣𝓮𝓼𝓸𝓻𝓸 𝓭𝓮 𝓜𝓲𝓷 𝓨𝓸𝓸𝓷𝓰𝓲 🍁 [Yoonmin]

🍁 𝒫𝓇ℴ𝓁ℴℊℴ 🍁

Yoongi miro el mapa, movió con precisión el compas, suspiro agotado, bebió de su botella de ron y regreso su atención a las cartas de navegación.

Volteo a ver el retrato de su precioso tesoro, sonriendo.

–ya falta poco por vernos tesoro mío– dijo, se levantó y comenzó a pasear por la habitación.

–¡Capitán!– se escuchó el grito de su primer oficial Hoseok –¡La marina real nos viene siguiendo!.

Yoongi se colocó su gabardina negra, tomo la espada sobre la mesa y se puso su sombrero.

–¡Vamos!– dijo corriendo junto con Hoseok, rumbo a cubierta.

Una ves llegaron, los marinos se quedaron quietos, mirándolo, esperando órdenes.

–¡Icen las velas!– los marinos acataron las órdenes.

–¡Capitán curso!– pidió Namjoon, sosteniendo el timón.

Yoongi corrió, apartando a Namjoon, para ser el quien dirigiera su barco. Miro su brújula, la cual señaló al este, con rapidez giro el timón, haciendo que el barco diera la vuelta.

Sus contrincantes hicieron lo mismo, estando a una poca de distancia de ellos.

Yoongi golpeó su lengua con el interior de su mejilla, esperando que la últimas velas fueran soltadas. Las velas se soltaron, Yoongi rápidamente dio la vuelta al barco, enfrentado a su enemigo.

–¡Preparen cañones!– grito, lo marinos obedecieron.

El aire impulso las velas, haciendo que el barco fuera más rápido.

–¡Fuego!– los cañones disparados fueron lo que se escuchó.

Nadie le impediría llegar a su destino.

Jimin caminaba de lo más tranquilo, girando su sombrilla, mirando las frutas del mercado.

–Joven Jimin– esa voz hizo que rodará los ojos, pero aún así volteo con una sonrisa –es un placer verlo aquí en la plaza– dijo el hombre, tomando su mano, cubierta por un fino guante, para besarla.

–lo mismo digo teniente– dijo Jimin cortéz –no es habitual verlo aquí.

–me mantengo ocupado con la flota– Jimin asintió.

Siguió recorriendo los puestos, mirando las cosas a comprar para su casa; siendo seguido por el hombre.

–me preguntaba, si le gustaría venir a ver mi nuevo barco– hablo el hombre sutil.

Jimin rio dulcemente, dejando las mandarinas que estaba escogiendo, para verlo a los ojos.

–me veré en la necesidad de declinar su invitación, usted no tiene una buena fama entre los cuchicheos del pueblo– dijo aún riendo –y no me arriesgaré a perjudicar mi reputación.