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Muchas eran las personas que intentaban llegar al corazón del Rey Lim, sin embargo, solo quedaban en vanos intentos fallidos, pues el hombre solo se dedicaba estrictamente a la política y a la crianza correcta del siguiente heredero. BeomGyu, SoYeon y ChangMin eran dulces niños que solo veían afecto en los gestos y acciones de JinYoung, pero que constantemente buscaban la aprobación y cariño en la mirada de su padre.

El sirviente sabía que el rey amaba a esos niños, pues si no fuera así, no estaría en el lugar en el que estaba ahora. En el fondo, sabía que el rey JaeBeom lo había puesto allí porque se preocupaba de la inocencia y emociones de los niños, áreas que, posiblemente, no podía o no sabría cómo cubrir. De todos modos, no era algo que le aplaudiría siempre. Pese a que había sido puesto allí para suplir esa carencia, precisamente hablaría personalmente con su majestad para velar por la felicidad de los niños, pues sabía cuánto se esforzaban los niños por ver al monarca orgulloso, mostrándoles una muestra de afecto.

ChangMin ya tenía 6 años, pero era fácil de dormir; Soyeon contaba con 8 años, por lo que JinYoung le había entregado un libro para que conciliara el sueño mientras leía; BeomGyu, finalmente, tenía 11 años y ya no necesitaba que lo fueran a dejar a la cama, pues con solo una orden, él ya debería estar en la cama durmiendo.

Una vez acabada su tarea, se dirigió al cuarto del monarca. Había estado allí un par de veces, aunque no por mucho tiempo.

Los guardias estaban fuera, salvaguardando el sueño del rey.

— Necesito hablar con su majestad. — les indicó.

— El rey está ocupado en estos momentos. — dijo uno de ellos.

— Es sobre sus hijos, es urgente. — argumentó.

— Vuelve mañana.

— Yo estoy encargado de los príncipes, así que nada que tenga que ver con ellos debe ser pospuesto para otro día. — alegó en voz alta.

Los guardias se miraron mutuamente y cedieron a las órdenes del menor, abriendo la puerta del cuarto. JinYoung se puso nervioso. Jamás pensó que llegaría hasta este punto, pero todo fue por esos retoños.

Tomó aire, armándose de valor para entrar.

El rey estaba sentado en la orilla de su cama, con una mujer entre sus piernas, en un momento íntimo. El hombre alzó la vista y lo miró bastante furioso, apartando a la mujer de él para ver qué carajos hacía un criado interrumpiendo a estas horas de la noche.

— ¿Qué haces aquí? — le preguntó hastiado. No iba a fingir que no le molestó el hecho de ser invadido por un sirviente en estos momentos.

— su majestad, yo venía a hablarle sobre sus hijos. — contestó algo tembloroso, pero se mantuvo firme, con la frente bien en alto, pero mirando hacia el techo por el momento bien incómodo que se había generado.

— ¿acaso hicieron alguna travesura de la cual no me he enterado aún? — preguntó con pesadez. A leguas se veía que no estaba interesado en hablar de estos temas con él ahora.

— muy al contrario, su majestad. — dijo con orgullo. — Son excelentes niños.

— Entonces no deberías estar aquí. — le interrumpió. — vete.

Por poco, iba a obedecer, sin embargo, había sido elegido para cuidar de los príncipes a costa de su propia vida. Su felicidad era algo que también debía defender, aunque eso significase que podría salir de su círculo de confort y sacrificar todos los privilegios que había ganado por cuidarlos.

— No. — respondió firme, aunque en el fondo, su corazón temía volver a las torturas de la señorita YeoJin.

— yo soy el rey y te di una orden. — le recriminó el hombre con arrogancia.

Slave (JJP)Where stories live. Discover now