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El entusiasmo de los niños era bastante a comparación de los ánimos de su sirviente. Había sido una noche muy dura para él, pero los niños no debían pagar el precio. Los niños son inocentes de los pecados de sus padres.

A estas horas de la mañana, seguramente HyunWoo ya estaba en alta mar, muy lejos. Era mejor así. Estaría fuera del poder de la tiranía de Lim.

— Vamos al jardín. — le pidió la princesa, tirando de su manga.

JinYoung tomó en brazos al príncipe más pequeño y los acompañó. Les encantaba tanto jugar por estos sectores, y no los culpaba, el lugar parecía encantado. Se sentó con ellos, vigilando que jugaran tranquilos. Mas, no se sentía así.

¿Qué había sucedido con los guardias?, ¿dónde estaban?

Como víctima de la trata de esclavos, sentía esta calma era pertubante.

Se puso de pie, reuniendo a los niños de una forma algo brusca. No tenía tiempo para explicarles ahora. Quería ponerlos a salvo antes que nada, independiente de si solo era paranoia o si de verdad había alguien asechándolos.

— JinYoung, ¿qué sucede? — preguntó el mayor de los príncipes.

No tuvo tiempo de responder. Se había dado cuenta demasiado tarde que sus temores eran ciertos.

Los piratas eran mercenarios sin ley ni moral, sin embargo, se podía llegar a negociar con esos bastardos, pero con un samurai la historia era completamente distinta.

Un demonio con traje. JinYoung se hacía una idea de lo mortal que llegaban a ser, pues diversas eran las historias relatadas por los comerciantes de la ruta de la seda sobre monstruos con trajes japoneses y pesadas armaduras difíciles de atravesar.

Estos hombres solo obedecían a un amo y el honor que estos le daban. Asesinos a sangre fría con armas que reflejaban el dolor y sufrimiento de sus víctimas.

— ¿Quién eres? — habló BeomGyu, desafiando al hombre que apareció frente a ellos. — estas no son tus tierras. Vete antes de que mis guardias te des-...

El sirviente corrió a cubrir su boca. Sabía que a la más mínima provocación, ellos descuartizaban a su víctima.

— eres inteligente. — le comentó el hombre bajo la máscara al joven. — no hay guardias que los salven, ni hombre capaz de detenerme. Me dieron la misión de llevar a los niños ante mi amo, pero en tus manos te encargo que los mantenga en una pieza. — ordenó, asustando a los menores cuando les mostró sus enormes espadas.

— ¡Las de mi papá son más grandes! — gritó Beom enfurecido. JinYoung lo abrazó para callarlo, retrocediendo a los príncipes.

— Príncipe, por favor. — se puso a su altura y les habló a los 3, bastante nervioso. — escuchen, háganme caso en todo y mantengan silencio.

— Somos príncipes, no puede hacernos nada. — dijo la princesa.

— Ellos solo obedecen a su amo. — le explicó. — los mantendré a salvo, lo juro, pero deben hacerme caso.

— Yo sí te hago caso. — le dijo ChangMin, abrazándolo con miedo. Los dos mayores se miraron con duda, pero cedieron.

El guerrero nipón desenvainó su katana para infundir temor en sus víctimas y hacerlas caminar sin cuestionar sus órdenes.

Las sacó del palacio por el camino que había despejado. Agradecía de tener a alguien tan obediente como ese chico, que mantenía a los mocosos a raya.

Una vez que los sacó de la ciudad, subió a los niños a su caballo negro. Un animal bestialmente grande, con su cabello trenzado y cubierto por su armadura.

Slave (JJP)Where stories live. Discover now