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Al otro lado de la puerta, alguien tocó, y el sirviente no dudó en abrir. Estaba aterrado, y le daba igual si esto enfurecía más al rey, solo quería huir.

JiSung entró para mediar la situación. Había escuchado la discusión desde afuera y a lo largo del pasillo, por lo que decidió interceder para calmar la situación.

Volvió a cerrar la puerta y se quedó entre ambos.

— ¿Sucede algo, su majestad? — preguntó, con el afán de calmar las aguas y ponerse en contexto.

— Nada, JiSung, solo le recordaba a Park JinYoung que su lugar en este palacio es un lugar privilegiado y que su única tarea es cuidar a los príncipes. — contestó el rey. — este es su lugar, ¡y nunca más volverá a pensar en otro lugar como su hogar! — exclamó, asustando más al sirviente, quien retrocedió unos pasos hasta pegar su espalda a la pared.

El guardia lo abrazó, notando cómo temblaba del miedo y conteniendo su llanto inconsolable.

— Es suficiente, su majestad. — le dijo el hombre, intentando calmar al chico entre sus brazos. — le quedó claro.

— JiSung, también quiero a ese pintor muerto. — añadió, haciendo que Park se soltara del abrazo del guardia para que se arrodillara frente a él.

— ¡no, por favor! — suplicó a sus pies entre llantos. — él era mi familia antes de venir aquí. Juro que no huiré, juro que olvidaré mi nombre, pero no le haga nada, por favor. Mis padres solo me tenían a mí y HyunWoo es el único que les queda a ellos para ayudarlos.

— su majestad, el pintor no demuestra ser una amenaza. — intentó hablar el guardia para apaciguar la ira del rey. — no creo que sea necesario algo tan drástico. Por la mañana, podría tomar un barco para que no vuelva a pisar estas tierras.

— ¿crees que sea una medida suficiente?

— se lo suplico, piedad. — habló su sirviente, jalando la ropa de su traje.

— bien, expúlsalo del reino. Me voy a conformar con eso. — respondió a las súplicas del empleado. Lo levantó, agarrándolo del brazo y tomó su rostro, apretando sus mejillas a modo de burla.

— a primera hora del día me aseguraré que él se vaya. — dijo el guardia, apartando con suavidad a JinYoung. — y que él se quede.

— así me gusta.

— usted busca más de lo que una persona puede dar. — habló JinYoung entre llantos. — es malvado, no merece el amor de esos ángeles que tiene como hijos. Merece la soledad a la que debería estar destinado. No es buena persona. Es un rey tirano y malvado...

— ¡por supuesto que lo soy! — le gritó el rey. — ¿sabes por qué? ¡porque tengo plata, tengo dinero y tengo poder! Y a ti no te queda más que llorar sobre... no, por debajo de toda mi riqueza.

— su majestad, es suficiente. — indicó JiSung, abrazando al sirviente. — ya basta.

— claro, pero quiero asegurarme de que aprenda de verdad.

El monarca, con bastante fuerza, tomó del brazo al sirviente y lo sacó ese cuarto, llevándolo hacia la tesorería real. Una habitación de alta seguridad donde guardaban las joyas reales, tesoros y dinero. Empujó al chico a una pila de monedas sin tener cuidado.

— que te quede claro que es muy fácil cambiarte por un puñado de monedas que luego tiraré aquí. ¡agradéceme que no te vendí! — le gritó, arrancándole un grito de miedo al menor. — ¡no te oigo, puta mierda!

De reojo, vio su reflejo en el uno de los espejos de oro, notando cómo su locura traspasó todos sus límites. Tenía los ojos rojos, inyectados en sangre, su respiración errática y su cabello desaliñado.

Slave (JJP)Where stories live. Discover now