¿Qué demonios?

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Ahuecó sus manos, reteniendo una pequeña cantidad de agua que posteriormente salpicó en su rostro.

Una hora. Una ahora y sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento. ¿Hay algo peor que enseñarle a James historia? Sí, enseñarle a James álgebra.

A el castaño solo le tomó un hora transformar su asignatura favorita en un infierno.

De disculpó para ir al baño, pero lo cierto es que ya no aguantaba mirarlo. James, su nuevo y genial amigo. Su nuevo y genial dolor en el trasero, y no de la forma exacta que le gustaría.

Inhaló, exhaló, inhaló, exhaló.

No. No se daría por vencido. Si James fracasaba significaba que él fracasaba por añadidura. No podía permitirlo.

Intentaría con historia nuevamente. Solo era cuestión de tiempo, estaba seguro. Solo debía buscar una forma de que su amigo conectara con ese ser hambriento de conocimiento que todos llevaban dentro.

Echó una mirada a su reflejo y casi se infarta por el espectro maligno apoyado en el umbral de la puerta.

-¿Eres acosador por naturaleza o es una manía adquirida? -Intentó que su voz saliera normal, sin delatar  inseguridad.

-Dejaste la puerta abierta -Señaló el trazo de madera, quitándole importancia como un gesto.

-Eso no explica porque te quedas parado allí, observándome como un maldito sociópata.

-Si tuviera que diagnosticarme con una enfermedad mental, no elegiría sociopatía, es muy... Soso, mejor... -Uno de los lados de su boca se elevó en un amago de sonrisa. Y ahora si que Scorpius estaba asustado.

-¿Trastorno de personalidad narcisista? -Imitó el tono sarcástico que el otro solía usar. Se preguntó internamente si le saldría igual de bien cómo al chico frente a él.

-Wow, que respuesta más inteligente. No lo esperaba -¿Se burlaba? ¿Si? ¿No?.

-¿Qué esperabas? -¿Le puso una trampa? Sonaba como un trampa.

-Que te echaras a llorar y te largaras de mi casa -Y por supuesto, cayó redondito- No sé si sentirme decepcionado o admirado.

-Me importa mucha mierda como te sientas. ¿Me das espacio? -Pidió señalando al brazo que le cerraba el camino. Podría pasar por debajo fácilmente, pero no le daría la satisfacción.

-Solo quería darte un consejo, Scorpi -Y lo odio. Lo odio de verdad. Porque ese era el apodo de Harry para él, y se sentía sucio viniendo del tipo con quien se lió a golpes dos semanas atrás- No pierdas tu tiempo con James.

¿Albus lo sabía? ¿Sabía de su pequeño enamoramiento por su hermano? Entró en pánico ante el simple pensamiento. Gracias a cualquier ente que gobernara el destino, el pelinegro lo aclaró rápidamente.

-Intentar enseñarle algo es ridículo. No le presta atención a nada fuera de una cancha -Se acercó a su oído, como si le contara un secreto. Y todo lo que él podía pensar era como lo arrastró a esa pelea y le rompió la boca. Le picaban las manos por golpearlo de nuevo- No te frustres por él. No entendería nada ni aunque se lo explicaras con dibujos.

Y la neblina de su rabia y resentimiento menguó un poco, dejando pasar un rayo de... ¿Esperanza? Sí, eso era. Porque el bastardo en su oído le acababa de ofrecer la posible solución a todos sus problemas.

-Gracias, Potter. Quizás no eres tan malo como pensé -Le regaló una sonrisa. Acción que dejó totalmente perplejo a Albus y, para hacerlo más surreal, boqueando por soltar una respuesta.

  Bajó a toda prisa las escaleras, tomando por sorpresa a James al entrar al comedor a la velocidad de la luz.

-Saca tu cuaderno de jugadas -Ordenó.

-¿Disculpa? -El castaño lo miró confundido, seguro pensando en qué tornillo se le había caído en su ida al baño.

  Terminó encogiéndose de hombros y haciendo lo que le pidió. Scorpius abrió una hoja al azar y la dividió en dos.

-Ok. Este... -Señaló uno de los círculos floreados que dibujó a la carrera- Es el equipo York. Y este de aquí, Lancaster.

-¿Ok?.

-¿Sabes cuando ves un partido en la tele y es tan bueno que lo grabas para verlo más veces y aprender los movimientos?.

-Claro, lo hago siempre.

-Perfecto, porque vas a grabarte este partido como si fuera el más importante de tu vida.

Cuarenta y cinco minutos pasaron volando. Él hablaba sin parar y James lo observaba y guardaba silencio, solo interrumpiendo para soltar exclamaciones como "¡¿Santa mierda, como dejaron que eso pasara?!" O "Los Lancaster deben tener un pésimo entrenador".

-Y así fue como Enrique VII llegó al trono -Culminó, inhaló con fuerza, reponiendo todo el aire que se privó de absorber por casi una hora.

-Treinta y dos años peleando para que este idiota creará una nueva dinastía -Bufó y cruzó sus brazos- La realeza es imbécil.

Scorpius se encogió de hombros con una sonrisa, totalmente satisfecho con su trabajo. Echó una mirada al pie de la escalera junto a ellos, llevaba rato haciéndolo, y ni le hubiera notado si James no lo mencionaba.

-No va a bajar.

-¿Disculpa? -Los vellos de su nuca se erizaron.

-No bajará. Y si llegara a hacerlo, estoy seguro de que no empezaría ninguna pelea, mucho menos aquí en casa de papá, pero si se atreviera, yo no permitiría que te molestara.

Bien, la última declaración no debió afectarlo tanto como lo hizo.

-No le tengo miedo -Frotó sus ojos con cansancio- Es solo...

-No te gusta el conflicto.

-No.

No recordaba una época de su vida en la que le hubiera visto algún atractivo en pelearse con los demás. Era estúpido e infantil, y lo sacaba de quicio tener que comportarse como un animal.

Pero, por un lado, Albus no era alguien que se detuviera al no tener resistencia, y por el otro, jamás se dejaría intimidar por nadie, nunca.

-Lo detesto, en serio lo hago, es una basura -Apartó las manos de su cara y le dedicó una mirada de culpa. James solo sonrió- Perdón.

-¿Por qué? Es lo que es -Cerró la libreta frente a él.

-¿Como lo soportas? Juro que si fuera mi hermano...

-No siempre ha sido así -Jugueteó con sus dedos de una forma nerviosa que Scorp jamás le había visto- No me mal entiendas, siempre ha sido una mierdilla sarcástica que es demasiado inteligente para su propio bien... Pero también era empático. Le importaban las personas.

-¿Y que sucedió? -De verdad le importaba un comino los traumas de Albus, nada le daba derecho a tratar mal a la gente. Pero la voz de James era adictiva, y se encontró deseando escucharlo hablar por siempre.

-Yo también quiero saber -Se rió sin gracia, como quien ya no espera respuesta a sus dudas- No quiero que pienses que estoy justificándolo de alguna forma, no es así. Solo... Es mi hermano, y se que está siendo malo con mucha gente últimamente, pero no puedo evitar...

-Lo comprendo -Y oh mierda, esta vez si se permitió reposar su mano en el hombro ajeno- Bueno no, no tengo hermanos. Pero sé lo que es estar del lado de alguien de moralidad cuestionable.

James no preguntó al respecto, cosa que agradeció. Scorpius quiso agregar algo más, pero desde la entrada se oyó el ruido de alguien abriendo la puerta, un arrastre de bolsas y finalmente la puerta cerrándose de nuevo.

-¡Chicos, estoy en casa!.

¿Qué demonios?.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Where stories live. Discover now