Bosque azul

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  Lily se fue por su lado y casi inmediatamente James lo sujetó del codo, guiándolo hacia el otro extremo de la habitación.

  Se sintió culpable por abandonar a Albus, vamos, quizás no eran los mejores amigos, pero se notaba a leguas que el pelinegro no estaba muy cómodo entre tantas personas.

  Se lo hizo saber a James.

-Encontrará algo que hacer, siempre lo hace -Se detuvo, sonriéndole radiante.

  Ahí estaban las burbujas en su estómago, tenían mucha menos intensidad que antes, pero seguían allí. No entendía porque las había dado por muertas anteriormente.

-¿Seguro? 

  Lo ubicó a lo lejos. No los estaba mirando, sus ojos verdes vagaban de un lado a otro sin rumbo fijo.

-Sí.

-¿Ustedes están bien? Hay una tensión extraña aquí.

-No quiero hablar de eso. No lo vale -Levantó dos vasos de la mesa de bebidas y le entregó uno- ¿Un brindis?.

-¿Por qué brindamos? -Rió mientras alzaba el vaso hacia el de James.

-Por nuestra amistad.

  Le pareció bien. Fueran cueles fueran sus sentimientos por James, al menos siempre tendría su amistad. Había hecho una promesa, y los Malfoy nunca rompían una promesa.

  Pasaron las horas entre tragos y charlas graciosas con gente desconocida, Brie no había escatimado para nada en invitados, parte de ellos eran de Hogwarts, pero a más de la mitad ni los conocía.

  De vez en cuando miraba sobre su hombro, tratando de localizar una mata de pelo negro azabache entre los demás, ya hace rato que lo había perdido de vista.

-Oye... ¿Has visto a Albus?.

-¿Qué? No -James ya estaba lo suficientemente alcoholizado como para arrastrar las palabras y reírse por nada cada dos minutos- Relájate, debe estar bien. No te preo-preocupes por eso.

No te preocupes por eso. Esa solía ser la clase de frases que irremediablemente denotaba la preocupación de Scorpius.

-Voy a dar una vuelta a ver si lo veo ¿Te quedas aquí?.

  James lo miró resentido por un segundo. Vaya, lo que sea que hubiera pasado entre ellos debió ser fuerte.

  Recordó al chico nostálgico que conoció la primera vez que visitó la casa de Harry. Como había hablado en tono severo sobre su hermanito menor siendo un patan, pero en sus ojos brilló innegable el amor y la protección características de un hermano mayor.

  Ahora solo quedaba resentimiento. Scorpius se prometió a sí mismo no hurgar en esa herida, pero se le hacía difícil con tanta curiosidad acumulándose.

-Haz lo que quieras -El tono brusco lo tomó por sorpresa- Oye perdón, no quise... Mira, Albus no es la persona más sociable del mundo. Debe estar en una esquina parado juzgando a todos a su al rededor... Pero si te deja más tranquilo, te acompaño a ver.

  James se tambaleó sobre sus pies. Sí, no creía que fuera de mucha ayuda si iba con él.

-No. Mejor quédate aquí, yo vuelvo enseguida y de paso traigo unos refrescos.

  James sonrió, aliviando un poco esa voz en su cabeza que le decía que lo estaba traicionando al ir por Albus.

  Se alejó ágilmente, mirando a los lados, por sobre las cabezas de las personas agrupadas a su alrededor.

  No había señales de él por ninguna parte, ni en la cocina (En la que tuvo que rescatar un antiquísimo, y muy caro jarrón, que estaba a punto de ser quebrado a manos de unos chicos ebrios que decidieron que, era buena idea, medir sus habilidades para atrapar con las reliquias coleccionables de su tía) ni en el recibidor, sala, escaleras. Nada. No había señales de él a la vista.

  Pensó en subir al piso de arriba, pero decidió volver con James. Más tarde volvería a buscarlo, no sabía que lo preocupaba tanto, era una fiesta, sea donde sea que estuviera, seguro que estaba bien.

  Tomó los dos refrescos prometidos de la mesa de las bebidas, no podía permitir que James siguiera abusando del alcohol, Harry impuso reglas para esa noche y debían ser respetadas.

Podrían entretenerse en otras... ¿Qué mierda?.

  James no se había movido de el lugar donde lo dejó, justo como le dijo que haría. Sin embargo, ahora contaba con compañía.

Una linda chica rubia se encontraba  de pie junto a él, mantenían una conversación entre susurros y sus rostros estaban a pocos centímetros de distancia.

  Algo se oprimió en su pecho cuando James depositó un ligero beso en sus labios.

Tal parece que su enamoramiento por James no había desaparecido del todo, de ser así su corazón no se habría roto como lo hizo.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Where stories live. Discover now