Florero de cristal

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Su mañana de miércoles transcurría demasiado tranquila, eso es en lo que Albus pensaba mientras transitaba, tranquilamente, por los casi despejados pasillos de Hogwarts.

Ahora que lo pensaba bien, no solo era su miércoles, si no la semana entera.

Debía admitir que, al igual que a Scorpius, a él también le había preocupado un tanto lo ocurrido en casa de Brie esa noche. Para su alivio, no sucedió de nuevo.

  Bueno, casi.

Solo un puñado de veces más, pero no con la misma intensidad. Quizás un leve dolor en su cabeza y pecho luego de sus tardes con el rubio (O en medio de las contadas ocaciones que habían hecho más que estudiar) pero nada de que preocuparse. Suponía que solo era cansancio. Una siesta de cinco horas al llegar a casa y como nuevo.

Desviando el camino de sus pensamientos, volvió a su mente su charla con el señor Malfoy. No podía quitarse sus palabras de la cabeza. Buscando un significado oculto tras las sencillas oraciones.

"Debes pensar en que clase de hombre quieres ser" ¿Y a él que mierda le importaba que clase de hombre quería ser?.

Vale, tenía un pequeño idilio con su hijo, pero solo era una distracción. Scorpius lo usaba para no pensar en su hermano, y él usaba a Scorpius para no pensar en el hecho de que su vida social e intrafamiliar se resquebrajaba hasta el punto de no haber hablado con ninguno de sus hermanos, ni con su padre, en más de una semana, y no podía importarle menos.

Abrió su casillero, hurgando para sacar los libros que tomó de la biblioteca el día anterior con el propósito de enseñárselos a Scorpius esa tarde, en su reunión habitual. Se sobresaltó al cerrar y encontrar a James recostado al otro lado con los brazos cruzados.

Toda su postura delataba mal humor y su mirada tampoco intentaba disimularlo. Albus suspiró internamente, ya hastiado de una conversación que ni siquiera había dado inicio.

-¿Puedo tener unas palabras contigo? -Dijo, con los dientes apretados. Era lo primero que le dirigía en casi un mes, se escuchaba extraño a sus oídos.

-¿Tiene que ser ahora? Porque tengo cosas que... -Haciendo uso de sus pésimos modales, James lo arrastró hasta un pasillo vacío antes de oír su respuesta- O podemos hacerlo ahora si lo prefieres.

-¿Qué le dijiste?.

De todo lo que imaginó que James podría decirle una vez decidiera volverle a hablar, no previó algo como eso.

-¿Perdón?.

-A Scorpius. ¿Qué fue lo que le dijiste?.

-No sé de que me estás hablando -Relajó su expresión- Wow, así debes sentirte tú todo el tiempo.

El movimiento de James fue lo suficientemente rápido para tomarlo por sorpresa, sin dejarle oportunidad de apartarse antes de ser tomado por las solapas de su saco y estampado contra el metal a su espalda. Jadeó para recuperar el aire expulsado de sus pulmones.

-No estoy jugando, Albus.

-Yo tampoco, lo diré una vez más, no sé de qué mierda me estás acusando. Te agradecería hablaras claramente para poder desestimar los cargos de una vez.

  La risa de James sonó hueca y sin gracia a los oídos de Albus.

-¿Me dirás que es pura casualidad que de repente Scorpius pase de mí para ocupar todo su tiempo contigo?

  Oh, ya entendía lo que ocurría allí. Una sonrisa lenta se abrió paso a su rostro.

-¿Y qué? ¿Te gusta? ¿Estás celoso?.

-Sabes que no.

-Lo sé, pero no encuentro otra razón para que estés haciendo esta estupidez.

-¿Quieres una razón? -James pasó una mano por su cabello, alborotándolo aún más- Estoy seguro de que Scorpius está distante porque le haz estado metiendo basura sobre mí en la cabeza. Y estoy harto de que siempre te salgas con la tuya.

  Albus fulminó a su hermano con la mirada. Una sonrisa helada impresa e inalterable en su boca.

-Yo no le he dicho nada. Lo qué pasó es lo que te advertí que pasaría, como ya no le gustas, no te ve más provecho. Se aburrió de ti.

-No es verdad.

-Nunca fue tu amigo.

-Cállate.

-¿De verdad pensaste que tendrías su atención para siempre?. Scorpius no es idiota. Sabe reconocer causas pérdidas cuando las ve.

  El puñetazo impactó directamente en su nariz. Su cabeza rebotó contra el casillero a su espalda, debió golpearse con algún candado, porque un dolor lacerante le atravesó la parte trasera de su cabeza.

No mucho después, había sangre por todos lados, en su camisa y los dedos que instintivamente se llevó a la cara. Una vez el pitido en sus oídos se disipó, escuchó la voz preocupada de James, junto a su molesto rostro encorvado frente a él.

-Oh mierda, Albus. Al, Al, lo siento mucho, yo no quise, perdón, déjame, déjame llevarte a la enfermería, oh mierda, es mucha sangre, permíteme...

  Apartó las manos de James de un manotazo, empujándolo lo más lejos posible con todas las fuerzas de su aturdido cuerpo.

-Vete a la mierda -Murmuró, no muy seguro de haberse escuchado.

-Albus... Espera, tu nariz... Déjame... Joder, alguien tiene que ver eso, creo que está rota...

-Vete de aquí, lárgate, no quiero tu maldita ayuda, desaparece -No creía que estuviera rota, pero eso no evitaba  que doliera con una intensidad imposible.

James hizo ademán de sujetarlo del brazo.

-No me toques, aléjate de mi, imbécil ¡Fuera de aquí! -Le gritó un par de cosas más antes de que James por fin se fuera, un poco asustado y reticente.

  Albus, ya solo, dejó caer su mochila al suelo y se deslizó por la fría superficie hasta estar sentado en el suelo. Descansó su cabeza en este, prometiéndose que solo serían unos segundos hasta que su nariz dejara de sangrar, luego se levantaría y marcharía.

  Cerró sus ojos, abrió la boca, ignorando el terrible dolor. Tomando lentas respiraciones por ahí en vez de por el desastre sangrante en su cara. No los volvió abrir hasta que tuvo la febril voz una de mujer gritando casi en su oído.

-¡Señor Potter! ¡Señor Potter!.

-¿Profesora McGonagall? -Preguntó con desorientación. La vieja profesora no perdió tiempo, ayudándole a ponerse de pie, haciéndole toda clase de preguntas que no era del todo capaz de procesar.

-¿Quién le hizo esto, Señor Potter? -Lo interrogó de camino a la enfermería de la escuela.

-Nadie. Me tropecé y me golpeé la nariz contra un casillero -Susurró, apenas lo suficientemente alto para ser escuchado.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora