Yo no lo hice

727 122 101
                                    

Salpicó un poco de agua en su cara y cerró la llave. Descansando su peso sobre sus manos en el tocador.

Escuchó unos pasos detrás suyo, no tenía ni que ver por el espejo para saber quién era. Había estado todo el día acosándolo a la distancia, no era muy sutil.

-¿Así va a ser, Malfoy? ¿Nos besamos en una fiesta y ahora me seguirás a donde vaya como una novia celosa?.

Sea lo que sea que llevó al rubio a perseguirlo por todas partes, también evitaba que respondiera a sus provocaciones como de costumbre.

-No me digas que te enamoraste ¿Tan fácil eres? -El rubio le respondió en silencio y uno que otro resoplido- No mentiré, esperaba un poco más de resistencia.

  Finalmente alzó la mirada, encontrándose con la plateada en el reflejo del espejo.

  Siempre le sorprendía la apariencia de Scorpius, no entendía porqué, no es como si el chico cambiara su forma de verse constantemente, aún así, le dejaba esa sensación en la boca del estómago. Como si en cada ocasión que lo viera, fuera la primera vez.

-¿Quieres algo en específico o solo viniste a mirar? -El silencio comenzaba a ponerlo ansioso.

-Me estoy asegurando de que estés bien.

  Genial, perdió cuatro preciados minutos de su tiempo para terminar escuchando una trillada estupidez.

-¿Por qué no lo estaría?.

-Ah, no lo sé, quizás porque tuviste un colapso extraño en nuestro último encuentro.

-¿Y eso qué? Tú mismo dijiste que tu amigo te dijo que no era nada -Secó sus manos con papel del dispensador, ocupándose en mirar a cualquier punto menos a esos ojos que hacían lo posible por perforarle la cabeza- No hay nada de que preocuparse. Eso dijo.

-Sí... Eso dijo -Pensó, ilusamente, que Scorpius dejaría el tema por la paz- Y le creí. Pero he estado observándote toda la mañana, lo suficiente para saber que no es cierto. Luces, sin ofender, como si hubieras pasado los últimos diez años de tu vida en la cárcel, con criaturas infernales succionando tu alma.

-Qué espeluznantemente preciso eres -Señaló- Pero te equivocas. Estoy en el mejor momento de mi vida, sin importar lo que tu seudo investigación  de cinco horas te haya podido indicar.

La cierto es, que Albus solo quería que el día acabara pronto. Deseaba más que nada ir a su casa y dormir lo que le quedaba de tiempo antes de que su madre volviera del trabajo e insistiera en salir a comer todos juntos.

  Su cabeza se sentía repleta de algodón, todo su cuerpo drenado de energía. Ni siquiera la cafeína en su expreso de esa mañana logró ayudarlo.

-Ahora, si me disculpas, tengo una clase muy aburrida a la que asistir -Intentó pasar a su lado para llegar a la puerta, pero el chico bloqueó su paso ágilmente- Te juro que estás haciendo que sea muy difícil para mí, mantener mi promesa de no golpearte.

-No creo una palabra de lo que sale de tu boca.

-Que novedad.

-No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que tienes problemas graves aquí -Con un dedo dió dos golpecitos al costado de la frente de Albus. 

  Albus se preguntó qué tendría que decirle a McGonagall para convencerla de que le había arrancado el índice a Scorpius por accidente.

  Definitivamente debía dejar de escuchar podcasts sobre asesinos seriales antes de dormir, le daban ideas raras.

-Te aconsejaría que alejaras tu dedo de mi cara. Claro, si es que te gusta tenerlo pegado al resto del cuerpo -Sonrió cínicamente. Pero su nemesis no retrocedió ni un paso. Resopló- Escucha, si lo que te preocupa es que me esté drogando constantemente, la respuesta es no, no lo hago. Te lo dije, esa fue la primera y única vez que he hecho algo así. No creo que vuelva a pasar, y aunque lo hiciera, no es tu asunto y...

  Scorpius lo estaba besando.

  De nuevo.

  Pensó que lo de la fiesta había sido, netamente, por el efecto del hachís y que estando en sus cinco sentidos, jamás se le antojaría hacer algo como eso. Pero ahora, justo como ese día, no podía ni pensar en apartarlo.

  Abrió la boca para él, dejando que tomara todo lo que quisiera, mientras con una mano lo tomaba de la cadera y lo empujaba hacia la puerta a su espalda, presionándolo contra su cuerpo y la superficie de madera.

  No pararon hasta que Scorpius estiró su brazo, entregándole una hoja de papel que hasta ese momento, no se había percatado que llevaba.

-¿Qué es esto? -Interrogó, aun atontado por el fantasma de los labios de Scorpius sobre los suyos. Honestamente, no lograba ni enfocar lo escrito en el papel.

-Eres mi nuevo tutor de latín -Un hilo de saliva escapaba por la comisura de su boca. ¿Era muy extraño que quisiera lamerla?.

-Tú ni siquiera necesitas un tutor.

-Claro que si, me fue terrible en mi último examen. Lo consulté con Maggie y casualmente estabas disponible.

-Yo no voy a...

-Así que, supongo que te veré después de clases. Pensé que podríamos estudiar en la sala de descanso del tercer piso, es muy silenciosa y casi nadie va ahí.

-Te estoy diciendo que no...

-Mira la hora -Fingió fijarse en el reloj imaginario que solo llevaba en su mente trastornada- Tengo clases. Pero nos veremos pronto.

  Albus sujetó su muñeca para evitar que escapara muy lejos.

-¿Puedes decirme al menos que fue lo de antes?.

-Nada. Solo que descubrí cual es la única forma de que dejes de decir estupideces y me permitas hablar.

  Luego de eso, se fue. Albus regresó a su lugar de inicio, frente al lavabo, con se reflejo burlándose de él. ¿Qué demonios ocurría? ¿Cuando es que había perdido el completo control de su vida?.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora