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Scorpius arrojó las llaves al cuenco de oro junto a la puerta, se acordó de sí mismo diciéndole a su padre que era una reverenda estupidez comprar un cuenco de oro solo para las llaves, pero, la verdad sea dicha, lucía genial allí.

Aspiró una bocanada de aire, llenándose de lo que, cada día que pasaba, asociaba más con el olor de su hogar.

  Se sobresaltó ante la enorme pintura de casi dos metro y medio de largo apoyada en la pared.

Afinó el oído y escuchó el familiar sonido del tecleo en una computadora y lapiceras rayando sobre papel. Caminó a la recién designada oficina de su padre, encontrándolo al teléfono, en medio de una acalorada discusión.

-¡No me importa si tiene que volar desde Japón o de Jupiter, mañana será la reunión y más le vale que esté allí! -Trancó, maldiciendo al pobre receptor de su ira, supuso que era su asistente personal.

Al notarlo parado en la puerta, le sonrió como si fuera el mejor día de su vida, duró unos segundos antes de decaer.

-¿Estás bien? -Preguntó, Scorpius se inquietó por recibir la mirada de "Di su nombre y se muere" que su padre solía poner sin darse cuenta.

-Claro -Chasqueó la lengua y entretuvo sus manos con el pisapapeles sobre el escritorio, era una pequeña pieza de cuarzo rosa que en el pasado adornaba la habitación de su madre. El recuerdo le hizo sonreír- ¿Qué hay con la pintura de afuera? Esa cosa es enorme.

-Pansy la trajo -Suspiró agotado y frotó su rostro- Dice que quiere darle su "Toque de buen gusto" al departamento. Sigo recordándole que no es ella quien vive aquí.

-Esta linda -Su padre lo miró horrorizado- Bien, quizás un tanto desentonada para los gustos clásicos, pero es lo que está de moda.

-Parecen un montón de... de...

-Vamos papá, puedes decirlo -Ahuecó sus manos alrededor de su boca, como si contara un secreto- Nadie te escuchara.

-Posaderas. Parecen un montón de posaderas -El hombre tenía un problema serio con las groserías- ¿Me dirás qué ocurre contigo?.

¿Era tan transparente o su padre era muy bueno leyendo a las personas? Posiblemente moriría antes de tener una respuesta a esa pregunta.

Apartó la mirada. Grave error, uno que alguien como Draco jamás dejaría pasar.

-¿El chico de nuevo? -Sus manos se volvieron puños, apoyó los codos sobre la superficie de madera y dejó su mentón reposar sobre sus manos apretadas.

-No.

-¿Entonces?.

No lo dejaría en paz. Quizá inconscientemente no quería que lo hiciera. Si de verdad hubiera estado interesado en ocultarlo, posiblemente la mejor opción habría sido huir a su habitación y no venir directamente a la boca del lobo.

Pero no, él necesitaba decir lo que tenía atorado en la garganta.

-Si te dijera... -Respiró, armándose de valor- Si te dijera que no quiero que Harry venga más a este lugar... ¿Que dirías?.

Draco lo meditó por unos segundos, pero más que buscar una respuesta parecía estar estudiándolo a él.

-Pediría una explicación del porqué -Apiló los documentos en los que trabajaba y los apartó. Genial, ahora gozaría de toda su atención. Estupendo.

-Es estupido -Maldita sea, no debió abrir la boca sobre esto jamás. Pero joder, sentía tanta rabia que la cabeza le daba vueltas- Es tu casa, puedes traer a quien quieras. Yo no...

-Scorpius Hyperion Malfoy -Detuvo cualquier movimiento de retirada, sentándose nuevamente frente a la imponente versión adulta de él- Está es tu casa. Nuestra casa. Jamás permitiría que alguien que te ponga incómodo ponga un pie aquí.

-¿Aunque fuera Harry?.

-Aunque fuera Harry -Respondió sin titubear, maldición, no se esperaba la oleada de amor que inundó su estómago- Pero igual querría saber porque. Dado que hace apenas dos noches hiciste el berrinche del siglo para que se quedara a pasar la noche aquí.

-No lo hice.

-Oh, sí que lo hiciste y hablando de eso ¿No estás ya muy mayor para la gracia? -Arqueó una ceja rubia platinada, exudando suspicacia y astucia.

-No puedo evitarlo, está en mi genética conseguir siempre lo que quiero.

Eso causó una sonrisa en su padre. Una de verdad, de esas pequeñas que solía cubrir con su mano izquierda, pero no podían pasar desapercibidas por el brillo en sus ojos.

-Tienes un buen argumento allí.

-¿Suficiente para ganarte una discusión?.

-Hey, hey, hey, tampoco exageremos -Cruzó sus brazos y se reclinó en la enorme silla de cuero blanco- ¿Tienes un problema con Harry?.

¿Tenía un problema con Harry? ¿Era eso o solo lo detestaba por añadidura?. Su padre se habría burlado de ese argumento de haberlo escuchado, recordándole que no era posible, ya que James le caía muy bien.

Quizás era hora de comenzar a ser realmente honesto con su padre. Necesitaba serlo si quería, de alguna forma, aprender a lidiar con todo lo que sentía. Su padre tendría una respuesta a todas sus dudas, siempre las tenía.

-¿Recuerdas al chico de la pelea?.

Con su mera mención, el cuerpo entero de Draco se tensó como la cuerda de un violín.

-¿Qué tiene que ver Harry con él?.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Where stories live. Discover now