Duraznos agrios

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Albus se heló en su lugar, agradeciendo el espacio que Scorpius abrió entre ambos.

Toda la tensión que se había disuelto en su jueguito con el rubio volviendo multiplicado por diez.

Nunca debió ir a esa maldita casa, sabía que era mala idea. Maldijo el momento en que permitió que Scorpius lo convenciera de lo contrario.

-Papá... -Escuchó como Scorpius empezaba a hablar a su lado, pero él sencillamente no podía apartar sus ojos del señor Malfoy.

-Scorpius -Lo cortó el hombre antes de que alguna otra palabra saliera de su boca- Necesitó que vayas a casa de tu tía Pansy y me traigas algo que me enviará.

-¿Qué?.

-Sí, no te tomará más de unos minutos.

-Pero... Pero Albus está aquí... Puedo ir más tarde...

-Me temo que lo necesito justo ahora. A Albus no le molestará ¿Cierto, Señor Potter?.

Albus quería vomitar su desayuno. Demasiado conmocionado para idear una respuesta coherente, solo asintió con la cabeza, sonriendo tensamente a Scorpius. Rogando por dentro que no le creyera ni mierda e insistiera en quedarse con él.

-Bueno... Si dices que está bien... -Jesucristo y todas las estúpidas deidades.

-Solo serán unos minutos, Pansy te estará esperando en la puerta -Prometió solemnemente el padre de su... ¿Amigo temporal? ¿Aprendiz? ¿Enemigo en pausa?.

Draco Malfoy le dió una amplia sonrisa a su hijo, manteniéndola en su rostro hasta que el sonido de la puerta retumbó detrás de él.

Una vez solos en el departamento, Draco se deslizó elegantemente a la silla que antes ocupaba su hijo. El parecido entre ambos era aterrador.

-¿Por qué no te sientas? -Albus estuvo tentado a declinar la oferta, pero algo en su tono le dijo que no era opcional.

Tomó asiento frente a él.

-Entonces... Albus Potter -Tamborileó un ritmo lento en la superficie de madera- No me gustan los rodeos, así que iré directamente a lo que quiero saber.

La ansiedad y el miedo eran sensaciones casi olvidadas para Albus, más un recuerdo de una vida que ya no se imaginaba viviendo. Solo revividas las dos veces que había estado frente a frente con ese sujeto tan estoico e inexpresivo.

-¿Si? -Tragó saliva, de repente sintiendo los botones de su camisa demasiado ajustados.

-¿Qué clase de relación tienes con mi hijo?.

Que el diablo se lo llevara ahora mismo.

-¿Perdón? -No queriendo impacientarlo, se apresuró a añadir- No tenemos ningún tipo de relación, solo lo ayudo a estudiar.

Draco guardó silencio por lo que parecieron horas. Solo sentado allí, con sus ojos plateados cabando túneles en su cerebro. Albus no se movió, temiendo que fuera de esas criaturas que podía oler el miedo.

-No fue lo que me pareció cuando entré aquí -Sintió su cara arder- ¿Eres su novio?.

-No, Señor.

-Entiendo -Otra pausa. Ese hombre era un aficionado del dramatismo- ¿Y quieres serlo?.

-¡¿Qué?! ¡No!.

¿Le podía dar un ataque cardíaco por una conversación? ¿Contaba como asesinato si le causabas un ataque cardíaco a alguien?.

-Entiendo -Dijo una vez más. Albus tuvo el presentimiento de que acababa de firmar su sentencia de muerte- Veras, Albus, soy una persona profundamente rencorosa. Trabajo para no serlo, pero aún no lo logro.

-Yo...

-No he terminado -Albus se calló- Entiendo que estás pasando por una etapa de falla y error, revolución hormonal, cambios de temperamento y todo eso. Lo comprendo. Pero que lo comprenda no significa que he olvidado lo que le hiciste a Scorpius hace un par de meses.

No se le ocurrió abrir la boca de nuevo. Honestamente no estaba seguro de que alguna vez volvería a hablar.

-No sabes el esfuerzo sobre humano que hago en estos momentos para permitirle a Scorpius traerte aquí.

-Y lo agradezco, Señor.

-No debes hacerlo. Lo hago por Scorpius. Porque es un buen chico, inteligente, responsable y de muy buen corazón. ¿Y sabes lo que le pasa a las personas con muy buen corazón?.

-El mundo las rompe -Contestó automáticamente. La respuesta descolocó a su interlocutor, quien se tomó unos segundo antes de continuar.

-Iba a decir que suelen tener vidas más complicadas, pero sí, esa también es buena conclusión, aunque un poco extremista -Concordó tajantemente- Sé que te perdonó. No creo que te hayas disculpado, pero él igualmente lo hizo. Que me pidiera dejarte venir es suficiente prueba.

Levantó uno de las carpetas sobre la mesa, ojeándolas distraídamente mientras hablaba.

-Cuando eres padre, Albus, tu cerebro se divide en dos partes. La parte racional, que te dice que tu hijo debe crecer por sí mismo, lidiar con sus propias batallas, caerse y aprender a levantarse y todo eso -Rodó los ojos- Y la parte irracional, que necesita protegerlo a toda costa, alejarlo de las cosas malas y tomar todo el control para no dejar que se lastime... No permitir que el mundo lo "Rompa".

-Comprendo.

-No. No creo que lo hagas -Retomó su tema anterior luego de un dramático suspiro- No suelo darle el poder a la parte irracional. Me gusta que Scorpius tenga su espacio y tome sus propias decisiones. Tal parece, piensa que es provechoso tenerte en su vida, al menos por ahora. Lo respeto. Pero si llego, si quiera a sospechar, que tienes malas intenciones... No importa cómo, pero encontraré la manera de que no te le vuelvas a acercar nunca más.

-Ya le dije que no tengo ninguna intención, ni buena ni mala con él -Declaró, un poco envalentonado.

-Cuando tus acciones sean congruentes con tus palabras, te creeré.

-No necesito que me crea -No entendía porqué todo el discurso pasivo agresivo le había caído tan mal, pero ahora se encontraba profundamente enojado.

Draco sonrió ante su insolencia.

-¿Algo le causa gracia?.

El hombre se encogió de hombros, restándole importancia.

-Es que llevo buscando algo de tu padre en ti desde el primer momento que te vi, y por fin lo he encontrado.

-¿Quiere compartir su hallazgo?.

-Prefiero guardarlo para mi -Volvió a su expresión neutral de repente- Aún no eres un adulto, pero pronto lo serás, y debes ir pensado en la clase de hombre que quieres ser, Albus Potter. De los que reconocen sus errores y avanzan, o de los que se estacan y hacen de ellos su vida.

Con la misma gracia con que se había sentado, se levantó. Dirigiéndose a la salida sin si quiera echarle una última mirada a Albus.

-Oh, y otra cosa... -Mencionó, deteniéndose de pronto- De la puerta para afuera puedes hablar como te venga en gana. Pero te agradecería que mientras estés en mi casa, hagas lo posible por regular tu... Colorido vocabulario.

Esa conversación se quedaría en la mente de Albus hasta el día de su muerte.

Pelear, besar y... ¿Como es que iba? Where stories live. Discover now