Capitulo 16: La visita

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Aquel crayón color rojo no hacía más que desplazarse hábilmente sobre aquella foto, siguiendo las órdenes de la pequeña que ante las ansias no dejaba de mover sus piernas de arriba a abajo, mientras se encontraba acostada boca abajo sobre el suelo alfombrado.

No recordaba cuánto tiempo llevaba ahí tirada con aquel álbum que había robado de la repisa de su padre, pero no pudo evitar hacer pequeños cambios antes de tener que llevarse una fotografía a la escuela por una tarea.

Aún en pijamas, Mikasa finalmente dejo descansar aquel crayón sobre el suelo y con aquella mirada entusiasta en su risueño rostro, sonrió y orgullosa de su obra, levantó lo más alto que pudo aquella foto para apreciarla más ante la luz.

— Esté será perfecto. — Comentó con una dulce sonrisa.

Fue el llamado de su padre desde la sala principal lo que hizo quitar la mirada del papel en sus manos, y tan rápido como pudo recogió el desastre de crayones y papel esparcido en el suelo.

Tras guardar la foto en aquel viejo álbum debajo de su cama, salió de su habitación para ir en dirección al comedor donde le esperaba su desayuno recién preparado.

El timbre sonó casi al instante en el que planeaba sentarse en su asiento.

— Yo abro, — avisó antes de que su padre se alejara de la sartén — tú quédate.

Para su sorpresa, no fue necesario utilizar su pequeño escalón para lograr alcanzar la puerta. La idea de haber crecido le hacía mucha ilusión, pero aquel sentimiento fue dejado en el olvido en cuanto reconoció la figura de su buen amigo castaño y su madre detrás de la puerta.

— ¡Hanji, Eren! — Exclamó con alegría— No creí que vinieran tan temprano.

Mikasa ya no recordaba cuánto tiempo había pasado desde que conoció a su amigo Eren y a su madre, pero desde entonces se había vuelto cotidiano verlos todo el tiempo y eso la hacía muy feliz.

Sonriendo dulcemente, les abrió paso al interior de la casa no sin antes notar la mochila que llevaba Hanji y también la mirada de enojo que traía Eren.

— Finalmente llegan. — Escuchó a su padre decir, quien se limpiaba las manos con unos trapos.

— Veníamos más temprano, pero el tránsito está de locos ahí fuera. ¿No es así, Eren?

Ante su mera mención, el niño quien vestía con gorros y guantes para el frío, cruzo sus brazos con reproche y quitó la mirada al instante.

— ¿Huh? ¿Se quedarán hoy? — Preguntó la pequeña con curiosidad.

— Eren se quedará un par de días, — le respondió Hanji— claro, con el permiso de Levi y por supuesto el tuyo, ¿Puede?

— ¡Claro que sí! Podemos tener una pijamada juntos. — Decía con entusiasmo.

Una leve sonrisa se formó en el rostro de la castaña ante la alegría de la pequeña hija de Levi, para luego entregarle la mochila del niño al hombre.

Por un instante Hanji le dió un vistazo a los niños, por lo visto Eren no hacía el mínimo esfuerzo por ocultar su molestia, al contrario parecía querer hacerla más notable especialmente para ella.

— Levi. — Lo llamó.

Con una simple mirada, le pidió salir del departamento. Desconocía la razón, pero por lo visto no deseaba que los niños escucharán.

— ¿Cuánto tiempo estarás fuera? — Preguntó mientras le seguía el paso a la mujer en el pasillo, alejados de la puerta de su hogar.

— No por mucho tiempo, máximo estaré unos 3 días. En el equipaje de Eren están sus uniformes, pijamas y ropas para que esté cómodo, de todas formas si necesita algo puedes llamar a Nifa o a Moblit para que te abran el departamento, tienen la llave. — Explicó.

Viejas heridas Where stories live. Discover now