Capítulo 25: Lluvia

319 45 26
                                    

Aquella tarde era prometedora, un ambiente refrescante y pasivo le daba la sensación de conformidad. Pasaba mucho tiempo desde que había sentido tanta tranquilidad, pensaba ella mientras contemplaba el cielo cubierto por la inmensidad de nubes blanquecinas.

“Hay muchas nubes, ¿Creé que lloverá hoy, tía Hanji?” — Preguntó Armin, llegando a su lado.

Sin dejar de mirar el cielo, notó que el sol había sido oculto. Sin embargo, el cielo daba la sensación de frescura perfecta para hacerla sonreír.

“Puede que nos caiga una pequeña lluvia, pero ¿qué es una fiesta sin piscina? Si ese fuera el caso podrán jugar en los charcos.” — Respondió con simpleza.

“¿Eso no es peligroso? no quiero resfriarme.” — Dijo con preocupación, mientras acomodaba el gorrito azul de fiesta en su cabeza.

Bufó con ternura al verlo, apesar de ser sólo un niño pequeño actuaba con tanta cautela que la sorprendía.

Aunque tenía razón y es que tratándose de Armin, sus defensas eran tan bajas que era muy probable que pescara un resfriado ante la mínima gota de lluvia en su ropa.

“¡Ma, papá terminó de colgar los globos!” — Exclamó Eren, irrumpiendo la conversación y entregándole a Armin una de las gaseosas que traía en sus manos.

“Bien.” — Soltó con tranquilidad, robando algunos nachos de la mesita con mantel azul marino.— “Oye Eren, tráeme una de esas sodas.”

Eren asintió, yendo en dirección al contenedor de bebidas en busca de una gaseosa mientras Armin bebía con tranquilidad para luego ver a sus alrededores. Apesar de tratarse de una fiesta al aire libre, se esmeraron en la decoración.

Entre los árboles habían ubicado la mesa con un gran pastel en forma de estrella marina junto a varios caramelos y bocadillos para los invitados, también había una piñata y muchos globos que colgaron cerca de las decoraciones.

“¿No es demasiado?”

“¿Huh? ¿El qué?” — Decía Hanji, devorando hasta el último de los nachos.

“Es mucha comida y dulces para nosotros solos.”

Tenía un buen punto, habían muchos refrescos y demasiados dulces para sólo ellos y sus invitados. Hanji estaba por responder, cuando Eren regresó con su gaseosa y seguido por un Erwin llevando una pequeña bomba de helio para globos en sus manos.

“Acabo de hablar con el sujeto que administra el lugar, no tendremos problemas.” — Decía Erwin, guardando su teléfono en su bolsillo.

“No lo tendremos, cualquiera puede usar esta parte del parque.” — Le respondió Hanji tras beber de su gaseosa de toronja y acabarselo en dos tragos.

“Es mejor ser precavido, y hablando de ello... Eren, ¿te comiste ese paquete de nachos tú solo?”

“¿Ah? ¡Pero no fui yo! Cuando lo tome ya estaba así.” — Se defendió.

La incredulidad en el rostro de Eren la hizo expulsar una carcajada para nada discreta, que al instante la hizo quedar como la verdadera culpable.

“¡Ves! Fue mamá, no fui yo, apenas la toque y ya no tenía nada.” — Seguía persistiendo con un aire ofendido.

Erwin se mantuvo pensativo por cuestión de segundos, hasta que tras mirarla terminó por sonreír discretamente de aquella forma que sólo él podía hacerlo.

No recordaba la última vez que Erwin y ella habían reído juntos, probablemente habrían pasado algunos meses desde que pasaron de un falso matrimonio perfecto a uno falso y propenso a conflictos.

Viejas heridas Where stories live. Discover now