Capitulo 1: Encuentros inesperados

1.6K 144 121
                                    

La ilusión irradiaba de su rostro infantil mientras con rapidez terminaba de ajustar su falda escolar. En el gran espejo levemente más alto que ella, se encargaba de verse lo más arreglada posible, y es que necesitaba verse perfecta para ella. Por primera vez en mucho tiempo su madre la llevaría a la escuela, lo cual le emocionaba porque durante toda la primaria siempre fue su padre quien se encargaba de llevarla a todos lados.

De un sólo jalón se puso su abrigo color rojo vino y colocó su mochila sobre sus hombros, no sin antes ver una sobresaliente fotografía en su escritorio lleno de crayones de diferentes colores.

Esa foto estaba enmarcada con recelo y decorada con mucho cariño con figuritas de princesa con la intensión de resaltar a aquella mujer de cabellera castaña y ojos avellana, quien cargaba a una tierna bebé de cabello negro.

Mikasa sonrió al verla y pasó su dedo índice sobre el rostro de la mujer en la fotografía con ilusión. Ese día debía de ser más que perfecto, lo había esperado desde hace semanas.

El llamado de su padre desde la cocina la hizo salir de su burbuja de ilusión, y sin más, regresó la fotografía a su lugar y se presentó al comedor.

— Buenos días, papá — Dijo la niña de cabellos negros, buscando con la mirada la silueta de su madre —, ¿Dónde está mamá?, ya debió haber llegado. Ella me prometió llevarme a la escuela hoy.

Levi se quitó su delantal en pleno silencio, no haciendo más que dejarle su plato de huevos fritos con paquetes y chocolate caliente frente a ella. Acciones que en otro momento habrían emocionado a la niña, no hicieron más que hacer que su expresión de entusiasmo fuese reemplazado en un instante por una de perplejidad.

— Siempre que haces mi comida favorita algo anda mal. — Dijo cabizbaja.— No vendrá, ¿verdad?

— Tenía que salir de urgencia a un viaje de negocios.

— Oh. — Soltó viendo el chocolate caliente con gramos de decepción.

Había esperado tantos días el regreso de su madre, habían pasado meses desde que recibió alguna llamada de ella y fue cuando finalmente optó por dar señales de vida, que le hizo la promesa de llevarla ese día a la escuela.

Una falsa promesa por lo visto.

Levi miraba fijamente a su única hija. Ciertamente estaba molestó con la mujer, siempre que le daba falsas ilusiones o promesas vacías a su hija y siempre terminaba igual. Siempre era Mikasa quien terminaba con el corazón y después de eso era él quien tenía que ir a comprar helado para que ella se sintiera mejor, no era que le enfadara tener que consolar a su hija, después de todo es su único gran tesoro, pero le molestaba que jugarán de esa forma con ella.

Eran pocas las personas afortunadas en poder ver su expresión de molestia suavizarse, Mikasa era una de esas personas.

— Hey, quita esa cara. — Dijo, colocando su pálida mano sobre el hombro de la niña.— Yo te llevaré a clases hoy y si quieres puedo comprar tu helado favorito.

— ¿En serio?

El contrario asintió.

— En serio, sólo quita esa cara.

Mikasa se detuvo por breves instantes a observar sus panqueques, tal como si en ellos estuviera la respuesta. No pasó mucho hasta que un suspiro se escapó de sus labios.

— Está bien, papá— Contesto.

Su mirada se dirigió a su delicioso desayuno, el apetito se le había ido pero sabía que su padre la obligaría a comer igualmente para que no sufriera un desmayo en clases, por lo que terminó por comer manteniendo una expresión que disimulaba tranquilidad, lo que era claramente falso para los ojos del padre.

Viejas heridas Where stories live. Discover now