El sol de la tarde los había escoltado con sus ligeras brisas durante el trayecto al distrito Hermina. Aquel lugar se encontraba localizado a las afueras de la capital de Sina, precisamente en el campo y alejado del ajetreado movimiento de la ciudad. Rodeado de árboles, hierba de gran tamaño y variedades de girasoles que bailaban con delicadeza al ritmo que el viento próximo a la noche les propinaba.
A pesar de la considerable distancia desde la capital hasta el distrito, habían llegado apenas y cuando la luna blanca apareció junto a su ejército de estrellas que la escoltaban para decorar el cielo, el cual era más apreciable en el campo.
Al llegar una enorme reja los recibió junto a un hombre encargado de custodiarla, el cual se acercó en cuanto notó a aquel auto.
— Buenas noches, ¿tiene alguna autorización para ingresar?
La ventanilla bajó hasta la mitad de su límite, mostrando un rostro tosco y apático de cualquier emoción. Evidentemente, no tenían ningún permiso.
— Somos invitados de la señora Kiyomi, señor. — Se adelantó a responder Hanji, quien iba junto a él en el asiento a su derecha.
El hombre únicamente asintió, alejándose del auto para abrirles paso a la vereda lisa que daba a la entrada del lugar. El vehículo siguió su camino, hasta llegar al asfalto que daba a la escalera de cerámica blanca al interior de la mansión.
— Sabía que vendríamos. — Comentó una Hanji pensativa, viendo a Levi desajustar su cinturón de seguridad.— Levi, ¿conoces a esa mujer Kiyomi?
— No, pero he oído hablar de ella.
— ¿Es de fiar?
El ceño fruncido del hombre se tenso ante la intriga.
— No lo sé, ¿conoces a los Azumabito?
— ¿Azumabito? — Repitió con incredulidad.— Bueno, he oído sobre ellos en las noticias, hasta donde sé, son hijos de pioneros que heredaron una gran fortuna y han creado una empresa petrolera. Pero... ¿qué tiene que ver eso con Lynne? ¿Acaso es parte de esa familia?
Levi asintió.
— Kiyomi Azumabito y la madre de Lynne heredaron esa empresa. No sé qué intenciones tendrá esa mujer. Tú estuviste con Lynne en la escuela, ¿cómo es que no lo sabías?
— Tal vez porque lleva otro apellido. — Dijo con ironía.— Además, Lynne era un par de años menor que yo. No nos frecuentábamos mucho a decir verdad.
El azabache chasqueó la lengua, sosteniendo el volante con el ceño fruncido y la vista atenta a la puerta de madera blanca que daba entrada a la mansión con tal viveza que parecía esperar que algo ocurriese sin tan siquiera haber salido del auto.
— Entraré y tú te quedarás aquí, en caso de tardar más de diez minutos dentro, toma a mi hija y llévatela contigo.
— ¿Qué? ¿Y qué hay de ti? — Bajo la fulminante mirada de Levi, prosiguió.— La ciudad está a más de dos horas en auto de aquí, estás idiota si piensas que te voy a dejar.
— Me las arreglaré. Lo único que me importa ahora es la seguridad de Mikasa y la tuya, así que haz lo que te pedí.
Viendo de reojo a la mujer, finalmente acercó su mano pálida a la puerta del vehículo para salir. No sin antes añadir con firmeza.
— No la lleves al departamento.
Sosteniendo la incertidumbre en su rostro, Hanji vio al hombre salir del auto tras cerrar la puerta. A pesar de ese sentimiento de preocupación que sentía, planeaba quedarse en el auto hasta que el momento lo ameritaba. Sin embargo, en cuanto vio a Levi revolver algo en el interior de su abrigo oscuro, sus ojos se abrieron y ella descendió del auto.
YOU ARE READING
Viejas heridas
FanfictionÉl es un hombre atado en un fallido matrimonio y padre de una pequeña en edad escolar, el único brillo de tranquilidad en su vida. Creía que su vida seguiría siendo la misma hasta que su pequeña hija Mikasa le presentó a un nuevo amigo en la escuela...