Epílogo: Cicatriz

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A las afueras del gran edificio, se encontraban varios niños jugando en el parque con el resto de nieve que restaba. Levi caminaba con sus abrigos y un par de documentos en su mano, precisamente los que le acaba de entregar el director para confirmar la inscripción de su hija en la escuela.

Era un alivio.

Vio sus alrededores en busca de alguna figura familiar. No pasó mucho hasta que escuchó la risa de un bebé seguida de la voz de niños, que encontró a quienes buscaba.

— Parece que le gusta mucho esa cosa. — Decía una niña castaña, viendo con ilusión en sus ojos avellana a la infante acostada en una cuna.— ¡hágalo otra vez!

Un sonajero sonó y el bebé volvió a reír con emoción, mientras aplaudía con sus pequeñas manos ganándose la admiración de los tres niños y de la adulta que la observaban.

— ¡Quiero intentarlo! Vamos, Gabi, mira...

— Deja de hacer esas caras o la harás llorar, Sasha. — Enunció su amigo, viendo con extrañeza las expresiones que le daba la niña a la bebé.

— ¡Calla! A Gabi parece gustarle.

Animadamente, sacudía al sonajero recibiendo una buena señal en la sonrisa risueña de la bebé. Pronto, Sasha levantó su vista a aquella silenciosa y expectante niña azabache que se mantenía casi adherida al brazo de Hanji.

— Oye, niña, ¿no quieres intentarlo?

Levemente confusa ante ello, miró a Sasha.

— ¿Puedo?

— ¡Claro! Aunque debes tener cuidado con ella, le están saliendo los dientes y le gusta morder, también le gusta jalar el cabello. Así que ten cuidado si no quieres quedar pelón como Connie.

Sin disimulo, señaló a su amigo.

— ¡Hey! Yo no soy pelón. — Señaló con ofensa el niño.

Ignorando sus quejidos, Sasha le entregó a Mikasa el colorido sonajero. Por la suavidad con la que movía frente a la bebé el objeto, podían darse cuenta de que estaba insegura de lo que hacía. Incluso la infante veía como un cachorro confundido el juguete.

— Muévelo un poco más cerca de su cara. — oyó decir a Hanji, quien se mantenía expectante a su lado.— Hazle alguna cara que la haga reír, inténtalo, no es tan difícil.

Siguiendo aquella indicación, movió el juguete con más rapidez. Por lo visto eso había sido suficiente para hacerlo cambiar de expresión y ahora estar mostrando los pequeños dientes que se formaban en su boca, pero no alcanzó a reír. En cuanto su sonrisa se rompió, ella comenzó a llorar.

— Eh, ¿qué le pasa? ¿por qué llora de repente si estaba tan feliz? — Enunció Connie confuso.

No hizo falta respuesta, porque apenas notó a la persona detrás suyo compartió el sentimiento de miedo que tenía la bebé y es que Levi a simple vista parecía lo contrario a algo para causar risa.

— Hanji, Mikasa. — Dijo él, llegando junto a la mujer notando las miradas temerosas en él.— Mocosos.

— Ese señor da mucho miedo, ¿él es tu papá? — Preguntó Sasha sin disimulo a Mikasa.— Parece salido de una película de terror.

Aquello más que ofender a la niña, la hizo reír.

— Oye, Sasha. Reiner nos está llamando, su tía regresó y está buscando a Gabi.

— Ah... — Bufo.— Estoy tan cansada, quiero ir a jugar a los toboganes y tengo hambre.

— Iremos luego, vamos.

Viejas heridas Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ