Capitulo 22: Perspectiva

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Pss, finalmente la gente pidió el capítulo larguito y aquí lo traigo, acomodense bien que vamos pa largo :D
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17 de junio de 1999
2:33 am

La manta de lana roja carmesí era su única protección ante el frío arrasador que abundaba en aquella habitación de paredes blancas y cortinas azules. La noche silenciosa podía observarse desde la ventana junto a la camilla, mientras el constante sonido del monitor cardíaco era el único ruido que se lograba oír.

Sobre la camilla, habían dos mujeres descansando en el diminuto espacio lo más cómodo que podían.

Por un lado, estaba aquella mujer de apariencia algo mayor con una belleza que apesar de la palidez que mantenía gracias a los medicamentos y a las constantes inyecciones, seguía luciendo muy hermosa con aquel cabellera negra larga y la armonía que expresaba mediante el simple tacto con el que sostenía la mano de la otra mujer.

Mientras que, por otro lado, estaba otra mujer de apariencia más joven de cabellera castaña y piel más bronceada,  acurrucando su cabeza cerca de la paciente tal como si se tratará de una niña acurrucada junto a su madre.

El silencio habría perdurado por horas, únicamente siendo sofocado por el sonido externo de los médicos y enfermeras que merodeaban el lugar para cumplir sus labores, quienes constantemente entraban a revisar a la paciente.

Aquella noche la paciente había podido dormir por primera vez sin complicaciones y en plena paz. Eso habría sido un rayo de luz en la oscuridad que la rodeaba.


Sin embargo, el para ese entonces cotidiano sonido del monitor cardíaco, comenzó a sonar unos grados más altos haciendo a la mujer castaña levantarse de golpe de su posición víctima del pánico.

“Kutchel...” — Murmuró ella, viendo bañada de preocupación a la inmóvil mujer que recién tomaba su mano.

Sus ojos se abrieron perplejos de angustia al ver el monitor, el cual mostraba como el ritmo cardíaco de aquella mujer que a simple vista parecía dormida plácidamente en su camilla, demostraba que el ritmo estaba bajando gradualmente.

Sin perder ni un minuto, gritó.

Gritó lo más que pudo por ayuda y no tardaron mucho en llegar un pequeño grupo de enfermeras encendiendo la luz del oscuro cuarto.

“¡Kutchel, despierta!” — Exclamó, intentando sacudir su mano con la esperanza de que se moviera, mas eso no ocurrió.

“Llamen al médico enseguida.” — Escuchó decir a una de las enfermeras.

No pasaron más de un par de segundos hasta que el médico entró a la habitación, mientras a sus espaldas las enfermeras se encargaban de preparar el desfibrilador cardíaco.

No podía irse de ahí, simplemente sus pies se negaban a moverse. Lo único que podía hacer era ver con terror como la los signos vitales subían y bajan como si estuvieran en una montaña rusa.

“Tiene que salir, porfavor.” — Le ordenó una enfermera.

De no haber sido por aquella mujer que la tomó por los hombros, no habría apartado la vista. Por más pasos que diera no podía dejar de verla ahí tumbada, tanta había sido su distracción que dejó caer unos de los papeles que descansaban sobre la mesita junto a la camilla.

Viejas heridas Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu