Capitulo 18: Perspicacia

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“¿Y no podemos regresarlo? es muy extraño...”— Se quejó por enésima vez en el día aquel niño, cubierto por su manta con  figura de autitos.

“Me temo que no, Armin es ahora parte de esta familia y necesito que lo hagas sentir en casa. ¿Puedes cumplir esa misión, cadete?”

En un tono comprensivo, Erwin intento con muchas palabras explicarle al pequeño Eren la razón por la que aquel "intruso" como el castaño le decía, había entrado tan repentinamente en sus vidas. Pero era inútil, Eren seguía a la defensiva.

“Eren.”— Volvió a llamarlo.— " Sólo intenta ser bueno con él, ¿me oíste?"

Tras un breve silencio, Eren asintió de mala gana mientras la manta cubría gran parte de su rostro que evidentemente reflejaba su desacuerdo.

“Está bien...” —Soltó.— “Pero... ¿ira a la escuela conmigo mañana?”

“Todavía no está inscrito a la escuela, pero mañana irá con nosotros para que conozca la escuela.”

Eren se mantuvo silencioso nuevamente, tal como si pensará o planteará expresar otra de sus miles de inquietudes con el pequeño intruso rubio en su vida.

“¿Por qué no me dijeron que Nifa se mudaría para que hubiera espacio para él? no es justo, Nifa llegó antes. — Volvió a insistir.

Erwin suspiró pesadamente.

“Ya es tarde, hablaremos de eso mañana.”

Aquella silla de madera hizo un leve chirrido en cuanto aquel fornido hombre se levantó de la misma, para acercarse al niño pasando su mano sobre su cabellera suavemente.

"Buenas noches, Eren." —Murmuró con cariño en su tacto.

"Buenas noches, papá." —Respondió, cerrando sus ojos una vez la luz del cuarto de extinguió.

[.]

Procurando hacer el mínimo ruido posible, cerró aquella puerta blanca con el nombre del dueño de esa habitación escrito en grande justo frente a él, para luego finalmente expulsar su estrés en un profundo suspiro.

“¿Y qué tal te fue con la pulga?”—  Escuchó una voz femenina hablar desde sus espaldas.

“No muy bien, se refiere a Armin como un intruso.” — Explicaba a su vez que tomaba asiento en el sofá de la sala.—“quizás es mi culpa por consentirlo tanto”

“Sí, tienes razón.”— Expulsó con simpleza.

“Que motivador de tu parte, Hanji.” —Dijo de regreso en un tono sarcástico.

“Es decir, para qué negarlo, Eren es un niño de papá. Era evidente que no aceptaría muy alegre la llegada de alguien que amenace su lugar, ¿o acaso olvidas los berrinches con las niñeras cuando te ibas de viaje de negocios?"

“¿Tan terrible es?” — Pronunció.

“Oh, claro que sí, amigote. Quizás no lo hace frente a ti, pero tanto Moblit como Nifa lo pueden confirmar. De hecho...”

Se detuvo brevemente a indagar en sus memorias, específicamente en aquellos años en los que su hijo apenas era un bebé de más o menos un año y medio.

“Ahora que lo recuerdo, Eren si llegó a hacerme rabietas en el supermercado cuando era bebé, pero por alguna razón dejó de hacerlo.” —dijo con simpleza.

Claro, olvidando el hecho de que para calmar los bochornos del infante se ponía máscaras de Freddy Kruger para que dejase de hacer berrinches. Funcionaba, pero su efectividad trajo como consecuente que Eren tuviera miedo a ir con ella a hacer las compras.

Viejas heridas Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon