Capitulo #48

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Me sorprendo rápidamente al observar la cantidad de cuadros que cuelgan de todas las paredes de aquella casita: pinturas abstractas, puntillistas, paisajistas; no hay un estilo predeterminado de formas, sino que todos los cuadros son tan distintos que contrastan uno junto al otro en una bonita combinación de todo tipo de colores. Lo único dentro de aquella casa son cuadros y un viejo colchón al centro, esparcido por el piso y con una fina colcha enredada.

Harry se adelanta cuando me quedo pasmada en la entrada.

- ¿Es lindo, verdad?-pregunta. Esta esbozando una pequeña sonrisa que marca sus hoyuelos.

-Hum...si, si-respondo, todavía algo absorta en las líneas de un enorme cuadro que cuelga sobre el techo-. De hecho, son muchas pinturas, ¿no te fueron caras?

Mi voz en un tono distante, pues tampoco debo olvidar todo lo sucedido con este chico antes de llegar a esta adorable casa de pinturas. Antes de eso, se había puesto fin a nuestra especie de relación y yo me había prometido que intentaría alejarme más de él. No puedo hacer como si nada ahora, aunque sienta la necesidad de hacerle muchas preguntas, sobretodo sobre esta propiedad tan vieja.

-Fueron gratis-se acerca a cada ventana y abre las persianas, dejando así más luminosidad dentro de la estancia y mayor intensidad en los cuadros-. Resulta que la pintora era alguien...familiar.

En ese momento, me encuentro a punto de preguntar por el nombre de su familiar, cuando entonces recuerdo que se trataba de Sandra, o al menos esa es mi suposición; el día en que amanecí en la casa de Harry y me escurrí en aquella habitación llena de cuadros, estos estaban empolvados o escondidos bajo sábanas blancas, un indicio de que hacía bastante tiempo que el artista no tocaba sus pinturas.

-Tu madre, ¿verdad?-el asiente, de espaldas a mí-. Pero... ¿porque están aquí, a cientos de kilómetros de tu casa y dentro de un estancia abandonada?

-Abandonada no-se vuelve hacia mí, mientras frota sus manos para liberarse del polvillo que acumulo mientras tocaba aquellas ventanas-. He venido aquí desde su muerte a pasar el rato, colocando en cada visita, un cuadro nuevo sobre las paredes-sube la cabeza hacia el techo y lo señala con el índice- Las de ahí son mis favoritas.

El techo está adornado con una serie de pinturas contemporáneas dibujadas con colores fuertes e intensos, justamente algunos de los que más me impresionaron de la casa. El gusto de Harry es bueno.

Entonces reparo en el colchón del suelo y las imágenes de un Harry adolescente llegan a mi cabeza, acostado boca arriba, tapado con aquella manta oscura, contemplando sus cuadros favoritos que cuelgan sobre el techo.

-Lindo-solo comento, ante su inquisitiva mirada.

Puesto que hasta el momento no había dormido más de veinte minutos, comienzo a sentir los músculos cansados y las pupilas pesadas, no solo por el simple hecho de pasar la noche de fiesta, sino también se trata de un cansancio mental que solo una persona que acaba de ver a su hermano desaparecido puede experimentar. Es como si las lágrimas que no lloré hasta el momento, se hubieran convertido en un terrible dolor de cabeza que no deja de insistir en que debo dormir.

Me siento sobre la punta del colchón, ignorando la mirada de Harry sobre mí.

- ¿Piensas dormir? son las ocho de la mañana-observa la pantalla de su celular. Él está acercándose, pero cuando se encuentra a solo unos centímetros de mí, percibe la incomodidad que intento transferirle y se frena.

-No me importa-doblo las rodillas sobre el pecho y entierro la cara entre ellas; no me quedan fuerzas ni para sostener mi cabeza en alto.

Siento un suspiro por su parte y segundos después, él está sentado a mi lado, en posición de indio. Lo sé, porque puedo inhalar su colonia masculina.

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