Capitulo #62

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Cuando me vuelvo hacia Beth, con los pulgares apretados por los demás dedos y los nervios mas activos que nunca,  deseo desde mi mas profundo interior que me observe y niegue con la cabeza, diciendo que no esta lista aún. Sin embargo,  hace todo lo contrario: Sonrisa nerviosa, camisa planchada y cabello peinado, asiente lentamente para indicar que esta lista para salir.

El unico problema ahora es que la que no quiere partir hacia la cafetería soy yo, convencida de que todo será un desastre y acabará en el error mas grande que toda mi familia haya cometido. Digo, porque se que Dean se enfadaría y finalmente se borraría de la ciudad. No lo vería mas.

No lo vería mas gracias a mi inteligente idea de dejar a mis padres acompañarme para que pudieran hablar con el, aunque sea hasta que el otro se levante y desaparesca de la cafetería, decidido a irse. Si, yo no tuve opción por otra parte: Beth había visto la cadena de plata que Dean me había obsequiado y no había nada mas que pudiera hacer para cubrir la situación. Pero, pienso, quizá si hubiera sido mas cautelosa y hubiera guardado la bendita cadena en un lugar un tanto mas ingenioso que sobre la mesa de noche, probablemente ahora nada de esto estaría ocurriendo. Quizá estaría en la casa de Louis, dandole sopa de verduras con una cuchara, repitiendole lo mucho que lo sentía por todo lo sucedido. Algo bizarro, pero no mas complicado que lo que tengo que hacer ahora.

Veo a mi padre coger su saco fino del perchero y el corazón se me acelera un poquito mas, pues cuando estira un brazo, puedo ver las llaves del auto en su mano.

—¿Vamos?—Beth aparece a mi lado, sacandome de mis pensamientos. Esta vestida como para asistir a una entrevista de trabajo, con la falda tubo que le llega a la rodilla y la camisa oscura con detalles en el pecho.

Trago duro.

—Creo que voy a cambiarme de nuevo, no puedo ir así cuando ustedes visten así—señalo su prolijo atuendo.

Su brazo se antepone en mi camino cuando comienzo a dirigirme hacia las escaleras.

—Estas perfectamente. De todas formas, no creo que tenga mucha relebancia lo que lleves puesto.

Tengo ganas de decirle algo como: ''¿entonces por que tu estas vestida tan prolijamente?'' pero algo en mi interior sugiere que me quede callada y decido seguir ese instinto.

Robbie conduce como si tuviera un tic nervioso en la pierna con la cual presiona el freno, pues cada cinco segundos hay alguna razón para que el auto se detenga de golpe y me impulse hacia delante o me choque la cabeza contra la ventanilla. Su copiloto se limita a decir nada, pero desde este lugar puedo observar como sus labios se aprietan en una mueca de disgusto.

Yo tampoco digo nada; se que esta manera tan particular de conducir se debe especialmente a los nervios de Robbie de reencontrarse con su hijo, sobretodo porque el fue la ''razón'' por la que él otro se escapo. La última vez que mi hermano estuvo en casa, estaba peleando con Robbie.

Después de chocar tres conos de seguridad y casi atropellar a una anciana que circulaba a dos kilometros por hora en un semaforo en verde, finalmente llegamos a la dichosa cafetería. Sin embargo, no estacionamos hasta pasar una cuadra de esta, para asegurarnos de que Dean no los verá desde adentro, en el caso de que ya haya llegado. Cuando intento desabrochar el cinturón de seguridad, es como si las manos se me enredaran y tengo que pasar varios intentos hasta que por fin me libero del jodido cinturón.

Mis padres caminan por delante mio pero incluso desde atrás, puedo percibir los nervios en el ambiente.

No hay manera de saber como reaccionará Dean y eso es lo que mas me preocupa.

Pasamos frente a la vidrieda del local, ignorando la posiblidad de que el mismo nos este observando desde adentro, con una tremenda cara de perplejidad. Simplemente caminamos hasta la puerta y Robbie la abre, provocando que la campana tornillada en el marco del local suene al ser tocada por la puerta.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora