#67

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Los Angeles

Harry

Abrocho los últimos tres botones de la camisa rapidamente, mis dedos en un movimiento torpe. Tiro la camiseta sudada al asiento trasero y recien ahí salgo del coche. Antes de caminar hasta el restaurante, chequeo que mi cabello no se vea ni muy aplastado ni muy alborotado, producto de la reciente práctica en el gimnasio.

Un empleado que lleva un chaleco negro se ocupa de abrirme la puerta principal y pide cortesmente que le entregue mi papel de reservacion. Observo hacia todas las mesas en su busqueda, pero mis nervios solo parecen atontarme: no puedo encontrarla.

—Señor Styles, sigame. Su acompañante llego hace mas de quince minutos—detecto cierto acento frances en su hablar.

«Como si no lo supiera» tengo ganas de contestarle, pero me contengo.

Pasamos entre un laberinto de mesas ocupadas con mas personas elite que tuvieron que reservar en tan elegante restaurante, antes de llegar hasta la mesa correcta, hasta ella.

El francés americano corre mi silla para que me siente y deja una carta sobre mi plato antes de retirarse.

Ni siquiera me animo a observarla a los ojos.

—Hola—dice. En su voz no hay un atisbo de emoción.

—Hola—contesto, apretando los labios. Se la hora que es, es que me tuvieron hasta tarde entrenando.

—Nuestro aniversario—la observo: ahora ella corre la vista. Su mano sobre la copa con vino.

Suspiro.

—Lo sé y lo siento—tomo mi copa con vino (la cual esta casualmente llena) y le doy un sorbito. Las prácticas siempre me dejan sediento. Pero esta noche lo valer.

Es ella quien suspira ahora.

—Está bien, pero me debes un postre por esta— y ella me acompaña.

El mozo regresa minutos después, cuando ambos ya hemos decidido que cenar y asiente a medida que le decimos. Ella pide pasta italiana con salsa boloñesa y yo un plato de salmón y vegetales, pensando en la lista que Rick, mi asesor, me dio hace unos meses para mantener la figura. El vino es la bebida para ambos.

—Me encanta ese vestido—le digo cuando el mozo ya no puede escucharnos. Se asienta bien a tu cuerpecito.

—Eso es porque tu me lo regalaste.

— por eso no puedes negar que tengo un excelente gusto en indumentaria—esbozo media sonrisa; sé que eso la deleita y por eso se ha convertido en mi sonrisa seductora mas utilizada.

—Cállate y dime que al menos te has acordado de traer un regalo.

—¿Seis meses de novios y olvidarí­a el regalo para nuestro aniversario?—la observo mientras busco en el bolsillo de mi pantalón la pequeña cajita de terciopelo que compré—. Por supuesto que no.

Mara aprieta los dientes en una sonrisa de ansiedad. En cuanto dejo la cajita sobre la mesa, un chillido de emoción escapa por su boca.

—¡Dios, Dios, Dios!—la toma entre sus manos y la abre rapidamente. Su boca se abre como una 'O' del asombro, espero—. Harry, me encanta.

Levanta el largo collar en alto, haciendo resplandecer la plata con la luz de la araña que cuelga sobre nosotros.

—¿Quieres que lo ponga?—le pregunto, mientras ella intenta prenderlo con poco éxito por detrás de su cuello.

Asiente.

En eso, mi celular comienza a sonar sobre la mesa y el fatigoso nombre de Malboro aparece en la pantalla. Le doy a rechazar llamada sin pensarlo dos veces.

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