Capitulo #59

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Harry



Presiono nuevamente el botón circular y ahora me encuentro en el canal de dibujos animados. Nada.

No hay una mierda para ver en la televisión.

Este dedo ha presionado aquel botón ciento dieciséis veces en busca de alguna programación interesante para pasar la tarde, pero todo ha sido una pérdida de tiempo, porque no hay una puñetera película para ver.

Estiro el brazo sobre la mesita que esta junto al sillón para tomar mi Coca cola, sin despegar la vista de la tele. Sin embargo, mis torpes dedos chocan contra el vidrio y lo impulsan unos diez centímetros hacia la derecha, ósea, al vacío.

Vidrios.

Fragmentos de vidrios se esparcen por todo el piso de la sala, mojando en parte, a la alfombra que cubre gran parte de la superficie.

El vidrio produce un sonido agudo al romperse contra el piso y esto llama la atención de Malboro, quien se encuentra en la cocina.

- ¿Que ha pasado?-en un santiamén, aparece en el umbral de la puerta. Lleva un delantal de cocina a rallas y un trapo entre las manos; los mismos que utilizaba Penny para la cocina. Su mirada viaja hasta el líquido mezclado con vidrios sobre el piso y frunce las cejas-. Podrías tener más cuidado, idiota.

-Es un jodido vaso-respondo de mala gana. Rodeo los ojos-. Lo siento.

-Bueno...pero tendrás que limpiarlo luego-me observa a los ojos, esperando mi confirmación. Agito la cabeza hacia arriba y abajo.

Sus ojos se posan una vez más sobre los fragmentos de vidrio antes de desaparecer por la puerta.

-Jodida mierda de mierda-apago el televisor con el mando a distancia antes de incorporarme para pensar en la manera de arreglar todo esto.

A juzgar por la mirada de Malboro, ni siquiera él hubiera sabido como levantar los vidrios y limpiar la Coca al mismo tiempo, porque esas son cosas de las que Penny usualmente se ocuparía.

¿Qué es lo que haría mi abuela? pienso, puesto que es la única forma de resolver el problema.

Recuerdo la vez que tire accidentalmente al suelo uno de sus jarrones con agua y flores al piso, con una pelota de Basquetbol. Aquella vez, Penny había barrido los fragmentos de vidrio y después había trapeado el piso para quitar el líquido.

Me dirijo al cuarto de lavandería, donde también guardamos artículos de limpieza y saco la escoba y el trapeador para comenzar a limpiar el piso. Mientras me ocupo de fregar el mismo, una lágrima rebelde escapa por uno de mis ojos ante lo deprimente de la situación.

'Tu arreglarías todo esto. Tú me retarías por mojar la alfombra'.

Barro aquella gota con la palma de mi mano. Después echo los restos de vidrio a la basura.

-La cena esta lista-Malboro dice desde la cocina. Antes de dirigirme hacia la misma, me encierro en el baño para lavarme las manos y de paso la cara.

Nunca, después de la muerte de Sandra, había tenido los ojos tan rojos como ahora. Parecen más secos de lo normal y por peor, las bolsas por debajo de los ojos se han acentuado bastante.

Deja de llorar, ¡cabron!

No paro de repetirme aquello a cada momento en el que percibo que las lágrimas amenazan con huir de su sitio. No puedo seguir llorando de esta manera, porque empeoraría con el tiempo y el infierno que sufrí todos estos años regresaría. No quiero volver a eso.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora