#75

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"Pasa, pasa" ella no para de repetir para que me introduzca en su casa. Su rostro conferido en una expresión de emoción, mientras que el mio es todo lo contrario: horror y confusión.
¿Como es que todo ha terminado de tan mala manera? Me he prometido no volver a relacionarme jamas con Harry Styles y aqui estoy ahora, en la puerta de su casa, con un pastel en las manos que esta a punto de resbalar. Sin embargo, apenas mis manos tiemblan minimamente, Mara se apresura a tomarlo, obligandome entonces a seguirla al interior de la casa.
—¿Te vas a quedar ahi?—me pregunta, al ver que no muevo ni un musculo en su dirección. Quiero asentir repetidamente con la cabeza para después correr hasta mi casa, o mejor: hasta Nueva York;  pero lo único que me queda por hacer es asentir y poner mis pies sobre su piso parquet.
Su casa huele exactamente como la mia: a madera y lujo. Sin embargo esta parece dotada de una decoración mas basta.
La sigo hasta la cocina, donde pone el pastel en la heladera. Al abrir la puertita, puedo ver las cervezas de Harry y un halo de pesadumbre me llena; estoy en la casa equivocada.
Mara saca dos vasos de un estante y los rellena con agua del grifo antes de sentarse en la mesa junto a mi.
—Es de lo mas curioso del mundo, ¿no? Es la tercera vez que nos vemos. ¡como si el universo quisiera que fuéramos amigas!
Rio nerviosamente ante su comentario. Que malvado tendría que ser el universo para querer volverme  amiga de la novia de mi ex.
Aunque no tengo sed, le doy un sorbo al agua para concentrarme en el vaso y no tener que mirarla a los ojos, esos talismanes turquesas que solo expresan alegría.
Mara es tan buena y linda, pero no existe manera alguna de que seamos buenas amigas por el simple hecho de que compartimos algo, y ese algo es Harry.
—¿Hace cuanto que viven aqui?—pregunto, para no tener que responder a su comentario sobre el universo.
—De hecho, solo tres dias—sonríe—. Aunque venia amueblada, por lo que no tuvimos que hacer mucho. ¿Y ustedes? Es una gran propiedad la que tienen.
—Unas tres semanas—asiento con la cabeza, sin razón alguna.

Observo a mis al rededores mientras el silencio inunda a la habitación; ambas nos hemos quedado sin palabras, convirtiendo la situación en algo incómodo. De repente, los cuadros me parecen de lo mas interesantes y me entretengo contemplandolos mientras ella se levanta para coger el telefono que, de repente esta sonando.

Esas formas....esos colores...estos cuadros no pueden ser mas que pintados por Harry.

Recuerdo aquel día en el que nos recostamos sobre un colchón sucio en su cabaña en el bosque y contemplamos todos los cuadros que Sandra y él habían pintado. Esos tenían un estilo identico a los que veo ahora.

Mara regresa y esta vez, deja un paquete de galletas de chocolate frente a mi.

—Muchas gracias, pero estoy a dieta.

—¡Pero si estas escualida!—me mira de pies a cabeza, o al menos, lo que llegue a ver desde la silla opuesta.

Ella comienza a hablar sobre los típicos problemas de mudanza animadamente, y, aunque yo intento seguirle la corriente como una buena compañera de tarde, en todo lo que pienso es en largarme de esta casa que me trae malas vibras. Su boca es como una radio: no para de vociferar ni para tomar un aliento, solo habla, habla y habla de su vida como si la contara desde el dia uno.

Me descubro moviendo nerviosamente el pie bajo la mesa y me obligo a detenerme; mas allá de que esto me aburra muchísimo, lo peor que puedo hacer es demostrárselo.

Al fin, el timbre suena y se ve obligada a detenerse.

—Espera aquí, voy a abrir—y sale por la puerta de la cocina.

Lo que escucho en los próximos cinco segundos son voces, asustadas y otra, enojada. Es mas que claro que la primera pertenece a la bocazas de Mara y la segunda...a Harry.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora