#79

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Harry's POV.

Laurel pone una abundante cantidad de puré de papas en mi plato y lo deja frente a mi. La comida es tanta que solo puedo pensar en dos posibilidades: a) realmente es mucha comida para mi o b) hoy no tengo hambre. De cualquier manera, comienzo a deborar mi plato como todos lo hacen en la mesa.

Mara esta contándole a Malboro sobre su asombrosa aventura en Praga del verano pasado, cuando uno de sus desfiles se llevo a cabo allí. Ya haber escuchado esas mismas palabras es mi excusa para no prestar atención a la charla, pero en realidad, aquello que no me deja pensar con claridad es lo que ocurrió hace dos noches, en la casa conjunta a la mia. No puedo parar de recordar el sabor de sus besos, la sensación de su piel junto a la mia y el perfume que la envolvía. Necesitaba estar con ella, y lo de las velas solo fue una excusa perfecta para que pudiera entrar en su casa.

Se que no es correcto, se que el capullo de Louis podría saberlo de cualquier manera y se que todo se vendría abajo, en su vida y en la mia. Pero el amor no es algo que pueda ser controlado realmente, no después de lo que sucedió hace dos noches. No puedes forzar al amor a ser ignorado; pues este insistirá y encontrará cualquier hueco para hacer mas evidente lo evidente.

Pienso en Mara y un sentimiento de culpa abunda en mi interior, ya que esta rubia con el cuerpazo de modelo no ha hecho mas que acompañarme en mi largo camino. La observo: aún tiene la palabra, aunque esté tan aborto en mis pensamientos que sus labios parezcan moverse de forma muda. Después, mis ojos se dirigen a Malboro y a Laurel, su "novia". Agradezco que mi padre tenga a alguien con quien compartir sus tardes y noches, alguien que le cocine y le diga cuanto lo quiere. Porque mas allá de todo, se que se lo merece.

Después del pavo llega la tarta de manzana de postre y mas tarde, el café para los que quieran. Cuando Laurel me pregunta a mi, solo niego con la cabeza, asegurándole que la comida ha estado tan deliciosa que ha ocupado todo el espacio en mi estómago. Mara en cambio acepta el café, mientras contesta a las preguntas de Malboro.

-¿Y sabes algún otro idioma?

-Un pó d'Italiano-contesta y, ante las miradas extrañadas de todos, agrega entre risas:-dije: un poco de italiano.

Malboro le muestra su dentadura en una sonrisa y le da un sorbo a su café.

-Bueno hija, estoy sorprendido, ¿hay algo que no sepas hacer?

-Soy mala con los deportes-se encoje de hombros-. En verdad, no me va ninguno.

-Eso es una lastima, Harry podría enseñarte a boxear.

-No podría señor.

-¿Y tu que opinas, hijo?

-¿Que? ah, si-solo respondo, pues sus ojos azules ocupan todo el espacio en mis pensamientos.


El sábado a la mañana regreso a su casa; aprovecho la oportunidad de que Mara ha tenido un inconveniente con su próximo desfile, mas que veo a Louis saliendo con su coche media hora mas tarde. Al comienzo, se muestra reacia a dejarme entrar en su casa, pero con el pasar de los minutos su expresión se ablanda, dejando lugar a una pequeña sonrisita que no puede ocultarse.

Me guia hasta el mismo sofá en el que me senté la noche a oscuras (lo identifico gracias al sonido que hace al sentarme) y no se sienta frente a mi hasta unos minutos después, tras traer algo para comer y además, un simple sobre blanco.

-¿Que es eso?-extiendo mi mano, intentando cogerlo.

-De esto es lo que te quería hablar-lo aleja de mis dedos y se aleja de los sillones para cerrar las cortinas.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora