Capitulo #58

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Ella esta mirándome con esos ojos desafiantes que te animan a esconder la cabeza bajo tierra, la misma mirada con la que observaba a Dean cuando hacia cosas indebidas. Los ojos claros opacados bajo las cejas hundidas en un fruncir y su boca convertida en una fina línea. Por el momento no puedo determinar si quiere matarme o...matarme.

-Respóndeme, ¿lo has visto?-una de sus poco pobladas cejas se arquea, provocando varias arrugas en su frente.

En ese momento, es cuando sé que me ha descubierto. Mis labios entreabiertos lo demuestran. Los ojos llorosos lo demuestran. Todo yo lo demuestra.

Pero es que no encuentro una excusa para encubrir que llevo conmigo la cadena que mi hermano utilizaba la última vez que estuvo en casa, la misma que utilizaba en el momento en que se fue y no volvió. Además, sé que Beth conoce perfectamente la caligrafía de este y no tardó ni dos nanosegundos en descubrirla en la carta que me ha dado.

Ya no hay como encubrir a mi hermano.

Un sollozo proveniente de su alma huye por su boca y me saca de mi ensimismamiento. Ahora sí que sé que ha confirmado sus peores sospechas y no hay nada más que pueda hacer para evitarlo. Las lágrimas caen por sus populosas mejillas y terminan fundiéndose en su abrigo de lana. Se sienta sobre la cama, abatida y toma entre manos la cadena, pegándola a su corazón, como si estuviera abrazando al propio Dean Jones.

En este momento no se si llorar junto a ella o intentar consolarla, pero sé que ambas resultaran inútiles a la hora de explicar la verdad. No creo que vaya a tener compasión cuando me justifique sobre porque no quise contarles la verdad.

Sin embargo, decido acercarme a ella y sentarme a su lado, para pasar mi brazo por su espalda y acariciar su brazo con mi mano.

-Skylar, ¿por qué no me contaste esto? ¡Es muy importante!-dice, minutos después, aún con la voz entrecortada por el lloriqueo. Se suelta de mi agarre para incorporarse. Ahora yo estoy sentada y ella parada: las posiciones perfectas para el acusador y el acusado.

-Mamá, no podía...-

- ¡Sí que podías! Soy tu maldita madre-me apunta con un dedo. En ese momento, la puerta de la habitación se abre y Robbie aparece en el umbral de la puerta. Al ver la situación que se lleva a solo unos pocos metros de él, se acerca rápidamente a la par de su esposa.

- ¿Que está sucediendo aquí?-pregunta, preocupado, mientras abraza con un solo brazo a Beth- ¿Por qué tantos gritos y...lagrimas?

-Robert, Skylar ha visto a Dean-lo observa a los ojos, en busca del encuentro de un mismo sentimiento por parte del padre. Este abre los ojos como platos y fija la vista en mí-. ¿Es eso cierto, Sky?

Trago duro.

Asiento.

- ¡Tenemos que ir a buscarlo!-exclama Beth ante mi respuesta- ¡Pero ya!

-Sky, hija-el otro dice con la voz temblorosa, ignorando los pedidos de Beth. Se agacha a mi lado y me toma por una mano- ¿Cuándo lo has visto?

-Hoy-respondo, sin observarle a los ojos. Siento vergüenza de todo esto-. Pero no puedo llevarlos con él.

- ¿Por qué?-mi madre se sienta a mi lado-. Sky, por favor, necesitamos verlo.

-Simplemente no puedo-niego con la cabeza, con la vista fija en un punto del piso-. El volvería a escaparse y quizá esta vez no volvería jamás.

-El no...- comienza a decir, pero se ve interrumpida por Robbie.

-Es cierto.

- ¿Que?

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