#65-Segunda Temporada-

64.3K 4.5K 3.1K
                                    

5 años después.

Nueva York, NJ.

—Vamos, no querrás quedarte dormida para tu primer día de trabajo—Connie pasa un brazo por mi espalda y me sirve de punto de apoyo.

El alcohol fluye por mis venas y apenas puedo pensar; todo es un paisaje borroso para mí que da vueltas y vueltas.

— ¿Que trabajo? Ni siquiera fui a la universidad—respondo entre risas. Sé que mi voz en estos momentos es la misma que siempre critico en otras personas: arrastrada, lenta y borracha.

—Hagamos memoria: te recibiste en Biología, universidad Fordham de Nueva York. ¿Mejor amiga? la chica más deseada del campus: Connie Keller ¿te suena?

—No recuerdo la última parte.

Kate, Wen y yo reímos al unísono al tiempo en que Connie se muerde el labio inferior en una mueca divertida.

—Te odio.

—Y yo te amo, ¿podemos besarnos?—hago ademán de acercarme a sus labios.

El alcohol me vuelve alguien irreconocible.

—Okey, vamos a sentarnos en este banco antes de que Sky haga algo de lo que se arrepentirá—participa Kate, aun riendo.

Nos sentamos al mismo tiempo, solo por coincidencia. Apoyo mi cabeza en el hombro de Wen mientras me tapo la boca en un bostezo.

—Espero que no nos pase lo mismo que a la mayoría de los adultos—dice esta última, minutos después.

— ¿Qué cosa?

—Terminan la universidad, consiguen un trabajo y están tan ocupados que raramente pueden ver a sus amigos una vez cada seis meses.

Un halo de tristeza me llena. No puedo evitar pensar en Zeeke y Lena, pues eso es justo lo que me paso con ellos dos, aunque en una situación diversa al ámbito laboral.

—Nosotras seremos como Carrie Broadshaw y su grupo de perras—dice Kate.

Todas reímos.

—Eso espero.

Observo el cielo cubierto de estrellas.

Eso espero.

Despierto por el agradable contacto de su mano sobre mi pierna desnuda, que escapa de las sábanas blancas que me cubren. Una sonrisa se despliega en mi rostro, pero mis ojos continúan cerrados.

Escucho una risita escapar de sus labios.

—Solo un ratito mas—susurro. Ya puedo sentir como se apagan mis pensamientos para sumirme en el sueño.

—Es martes, corazón—su voz ronca me hace cosquillas en la oreja—. Además, hay algo que tienes que saber.

Abro los ojos instantáneamente.

Él está sentado, con la camisa color cielo y el saco gris que compramos juntos la semana pasada, en el día de nuestro aniversario como novios. La corbata suelta, como lista para que la anude yo misma.

—No me extraña que aún no hayas aprendido a hacerlo tú solo—al comienzo, me observa confundido por mis palabras, pero sigue el hilo de mi mirada y comprende.

Sonríe y baja la vista hacia la tira suelta en su cuello.

—Creo que me he acostumbrado a que lo hagas tú.

Le doy un corto beso en los labios y me levanto de la cama. Anoche dormí únicamente con una camiseta vieja suya, por lo que solo tengo que sacármela por la cabeza para deshacerme del piyama.

KeeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora