Capítulo 22

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Franco.

Llevo horas sentado en mi auto a fuera del edificio donde vive mi hermana.

Me parece sospechoso que Máximo Kuznetsov saliera a primeras horas de la mañana como pedro por su casa.

¿Qué mierda hace nuestro enemigo en un edificio de mi familia?

¿Qué hacia mi hermana saliendo del edificio de los Kuznetsov hace unos días?

Algo no cuadra.

Quiero acercarme a ella. Pero aún estoy tomando valor.

Me acojona ver miedo en sus ojos.

Dejo mi auto al frente de la calle y paso llego a recepción caminando.

-Buenos días señor ¿Qué se le ofrece?-me saluda amable el hombre de recepción.

-Soy Franco Riccardi. Vengo a ver a mi hermana.-hablo con arrogancia.- ¿Cuál es su piso?

-Primero tengo que comunicarme con la señorita Riccardi para avisarle que usted está aquí.

-¿Usted valora su trabajo?-esa oración encubre una amenaza y creo que lo entiende.

-Si. Claro que sí, señor.

-¿Qué piso es el de mi hermana?-vuelvo a preguntar.

-Piso 9. Si no tiene la clave tiene que subir por las escaleras.

Empezó a caminar sin volver a mirar al hombre.

Voy al noveno pisos por el ascensor de visitas.

Hijos de puta.

Toco la puerta marrón que se encuentra frente a mi esperando a que mi hermana habrá, pero al parecer se está tomando su tiempo.

La puerta se abre y ella retrocede ante el asombro. Esta vestida, parece que va de salida.

-¿Quién te dejo subir?-dice en un susurro que casi no llego a oír.

-Amenace al hombre de recepción.-le explico con cautela para que no se sienta amenazada.

-¿Vienes a terminar lo que ellos no pudieron?-me pregunta con la rabia bailando en su voz.

-¿Cómo carajos piensas que yo te haría eso, la mia stella?-me duele que siga pensando que fue mi puta moneda de cambio porque no fue así.

-¡Deja de llamarme así! Ya no soy eso. Tú me apagaste.-trago duro por lo que dice, cada palabra es un puñal en el pecho.-Y sí. Creo que eres capaz de todo, cobarde.-me fulmina con los ojos.

Intento acercarme a ella y corre sobre sus tacones hacia la cocina.

Toma dos cuchillos. Uno en cada mano.

-Deja eso, Rafaella. Te vas a hacer daño.-no me preocupa que me haga daño a mí. Me preocupa que se haga daño ella.

-Se agarrar muy bien los cuchillos, imbécil. Lo aprendí gracias a la práctica.-dice con burla. Mi cuerpo se pone rígido porque se lo que me quiere dar a entender.-Si te acercas no lo voy a dudar. No voy a dejar que me jodas de nuevo, querido hijo de puta.-cierro los ojos porque se mofa de todo lo que puede representar un lazo para nosotros.

-¡No te hice daño y no lo haría jamás! Deja de pensar que yo lo hice.

-¿Por qué no te largas a Ámsterdam? Jamás debiste regresar.-sus manos aprietan más los mangos de los cuchillos.

-Yo no sabía que ellos se iban a cobrar mis deudas contigo. Te juro que no lo sabía.-estoy diciendo la puta verdad.

-¡Lo que más rabia me da es que tu si podías pagar tus malditas deudas! Pero no se te dio la gana. ¿Qué querías? ¿Un poco de adrenalina para tu vida?-su voz es dura, se nota que ya no es una niña.-La adrenalina me la dieron a mí. Esa por la que estuve a punto de morir tantas veces.-habla como si no le doliera pero sé que en el fondo aun le duele.

Sus ojos jamás podrás huir de mí. Talvez otros no puedan ver a través de sus paredes pero yo aprendí a hacerlo desde el día en que nació.

-Perdóname, hermana. Por favor.

-¡No me llames así! Tú y yo no somos nada. Yo elegí a otros hermanos.-solo por un momento odio a mis amigos.- ¿Si alguien me está esperando afuera? Es mejor que les digas que les voy a cortar la garganta si me tocan.-me apunta con el cuchillo de la mano derecha.-Incluso a ti te degollaría.

-No me equivocaría otra vez, Rafaella. Nadie te va a lastimar.-solo en ese momento se relaja y deja los cuchillo. La creo muy capaz de cortarme, no sé si el cuello, pero definitivamente me haría daño.

-Que felicidad...-chilla burlona pero sin gracia.-Tengo que salir. Lárgate.-me señala la puerta y va en busca de su bolso. Me da la espalda para marcharse a su estacionamiento de autos que al parecer está unido a su piso.

-Volví porque me siento vacío, no puedo seguir. No puedo ser feliz.-detiene su caminar y sus hombros se cuadran.

-Que lastima. Porque te queda mucho tiempo aun.

-No me voy a ir jamás.-retoma su caminar.- ¡Así me tenga que arrodillar voy a hacer que me perdones!

-No te perdonaría jamás.-se mete a su estacionamiento y seguro se demorara eligiendo su auto.

Salgo apresurado por la puerta porque si ya me acerque no voy a retroceder. Hoy me va a escuchar porque me va a escuchar.

Bajo el ascensor y prendo mi carro listo para seguirla.

Sale del estacionamiento en un Bugatti, según lo que sé, hoy visitara su fundación.

Nunca me amenazaría de muerte delante de unos niños y unas monjas puritanas. Voy a aprovechar cualquier oportunidad que tenga.





Espero les haya gustado el cap.

Besos🖤

Besos🖤

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