Capítulo 28

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Máximo.

Ella jamás podrá escapar de mí.

Si cree que podrá tener una vida después de mí está muy equivocada.

Es mia para siempre. No está en discusión dejarla ir.

Ingenuos quienes creen que pueden tomar lo que me pertenece.

La ira se me subió a la cabeza cuando dijo que quería seguir con su vida dejándome atrás.

No he dormido en toda la noche. He levantado a un juez durante la madrugada para que redacte el acta de matrimonio civil y Renzo ha sido el encargado de colocar la firma y huella de la Riccardi en el papel que sella nuestra unión.

La noticia la hemos filtrado al amanecer.

Ya era mi mujer. Pero ahora es mi esposa.

Rafaella Kuznetzova. Esposa de Máximo Kuznetsov.

Me llena por dentro ver su nombre escrito al lado del mío.

Era la única forma de hacer esto, está loca si piensa que la voy a dejar ir.

Quiero que todo el mundo sepa que ella me pertenece.

Si alguien cree que me puede arrebatar algo que es mío por derecho, lo perderá todo.

Según lo que me ha informado Gregori salió muy temprano de su casa y en la mansión de sus padres no la dejaron entrar. Por eso la estoy esperando en el estacionamiento de su edifico, los periodistas se alborotaron cuando vieron mi auto entrar al edificio.

No me escondo.

No voy a tapar el solo con un dedo.

Me casé con ella porque me sale de los cojones.

Yo no he nacido para observar. Yo he nacido para tomar lo que quiero.

Después de un rato veo por el retrovisor que la Riccardi entra al estacionamiento y me bajo del auto. No podrá subir a sí que se tendrá que bajar.

Cuando me acerco a su ventanilla observo que esta que se la lleva la mierda.

Se baja y lo primero que hace es empujarme. Miro donde acaba de tocar porque parece que me quemara.

-Eres un imbécil.

-Buenos días querida esposa.

-Te ves ridículo haciendo esto.-quiere pasar pero la detengo.- ¡Lo has jodido todo!-me grita.-Mueve tu carro.-ordena sin mirarme.

-Fuiste ingenua al creer que te dejaría ir.-bramo cerca de su boca.-Eres mía para siempre. Yo te condene y ahora te tomo como mi propiedad-me mira con odio.-Bésame.-le pido pero no tiene la intención de hacerlo así que soy yo quien la besa, intenta alejarme pero no puede.

-Deja de estar enojada.-le pido en un susurro.

-No sé qué esperas cuando jodes mi vida, ¿Qué te felicite?-me reclama mirándome con esos faroles grises.-Ya puedes decir que es una maldita broma-rueda los ojos.-¿No sé qué buscas con esto? Pero quiero que lo termines.

Mis ojos se oscurecen aun mirándola y mi mandíbula se tensa.

-No nos vamos a divorciar.-le hago saber.-Ni hoy, ni mañana, ni nunca.-vuelvo a besarla pero se aleja.-El día que tú y yo nos separemos acabare con todo para demostrarte lo que soy capaz de hacer por ti, seré el demonio que quiere devuelta a su mujer.

-¡Suéltame! Que tengo que arreglar lo que tú has arruinado gracias a tu estupidez.-de mi bolsillo trasero saco un pañuelo que la dormirá por unas horas. La giro estampando su espalda contra mi pecho y coloco el pañuelo sobre su nariz, trata de forcejear pero no la suelto. Eso será suficiente para llegar a nuestro destino.

IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora