Capítulo 58

38.4K 2K 29
                                    

Rafaella.

Durante el rescate.

Cierro los ojos dejando caer mi cabeza hacia atrás tratando de suprimir el dolor que siento.

Mis párpados se niegan a abrirse y ver la luz perpetua, por el contrario lo único que imagino es la mirada oscura de él, mi oscuridad, la que penetro mi alma y cada rincón de mi ser.

Aún no puedo morir, tengo que matarlos.

Ganar es mi única opción.

Un segundo estallido remueve todo a su paso, haciéndome despertar del lapsus en el que estoy sumergida. Muevo mis brazos arrancando la manga de mi blusa y con sumo cuidado la envuelvo en mi cintura, haciendo un torniquete bastante fuerte.

Mierda.

Esto duele mucho.

Me pongo en pie con el dolor nublando cada uno de mis sentidos. Parece que todo pasa con lentitud punzante. Muerdo mi labio inferior aplacando el dolor que resurge de la planta de mis pies.

Avanzo tambaleante, siento que cada extremidad de mi cuerpo está en carne viva.

Caigo de rodillas al piso pero vuelvo a tomar impulso, levantándome.

No me voy a dar por vencida.

Me apoyo de la pared, dando pasos lentos y salgo del cuarto en el que me tenían encerrada.

Voy por esos tres hijos de puta que me han jodido tanto.

No descansaré hasta matarlos, porque si no lo hago continuarán jodiendo a mi familia. Irán por Thiago. Thiago mi fiel amigo, el hombre que me ayudó a seguir adelante. En esta vida no hubiese existido Rafaella Riccardi sin Thiago Costa.

La amistad es un sentimiento bonito, pero el amor y la lealtad son cosas que construyen una amistad indestructible. Él es como un hermano, un fiel compañero. Oh, amore, que hubiese sido de mi vida sin ti. Sin mi castaño favorito, sin mi chico de ojos verde selva.

Todo me duele pero la venganza tiene un poder increíble para levantarte. No hay nada que me salga mejor que la venganza.

Nadie se va a reír de mí mientras esté en el piso porque no dejare que me vean como una perra que no pudo con esto.

No necesito a nadie para esto. Yo puedo sola.

He aprendido a dominarme en una magnitud tan grande como inimaginable, tanto que nadie está por encima de mí, ni siquiera mis propios demonios.

No hay cabida para el dolor. Solo quiero ver correr sangre.

Salgo fuera y enderezó mi espalda, estoy goteando sangre del agujero que tengo en el abdomen. Me muevo aprovechando el desastre y la confusión.

Un hombre se viene contra mí, me preparo para pelear. Golpea primero dejando un puño en mi abdomen, pego fuerte en su pecho dejándolo sin aire, sigo golpeando hasta que lo dejo en el piso. Golpeó su rostro y cuando está casi inconsciente, clavo las uñas en los huecos marrones arrancándole los ojos. Grita con el dolor calando por cada uno de sus huesos.

Tomo la pistola traía, posicionó el arma en la parte baja de su mentón, tirando del gatillo que le arrebata la vida.

Me apoderó de la metralleta y la navaja que traía con él, y me levanto con un poco de dificultad.

Alzó el fusil a la altura de mi pecho y empiezo a disparar, avanzando con paso seguro. Disparo a diestra y siniestra. Ya no tengo nada que perder.

Camino aturdida esquivando balas y asesinando en mí andar. Hasta que lo veo. Veo al hombre que me ha jodido tanto. El gemelo. Corro hacia el importando me una mierda mi dolor. Mi cerebro solo piensa en liquidarlo.

Espera mi llegado en posición de pelea con una sonrisa en el rostro. Hijo de puta. Me le lanzó encima golpeando donde sea que impacten mis puños. Doy golpes fuertes, tan fuertes que siento me hago daño. Él también lo hace. Me quita el aire a medida que golpea mi rostro y barre el piso haciéndome caer.

Un quejido abandona mis labios, pero no me doy por vencida, vuelvo a levantarme tomándome el costado que se me está desangrando. Cuando estoy de pie me vuelvo a colocar en posición de pelea, un pie adelante y el otro atrás, siempre protegiendo mi lado herido.

Corro y salto en el aire envolviendo mis piernas en su cuello, el giro termina conmigo detrás de su cabeza, me dejo caer con fuerza y arqueo su cuerpo dejando en bandeja de plata su garganta.

El filo de la navaja brilla en mi mano y la muevo con precisión, rebanando su garganta de oreja a oreja.

-Mucho gusto.-susurro en su oído cuando empieza a ahogarse en su propia sangre.-Rafaella Riccardi, la mujer que acabo con tu vida.-suelto una risa seca que me hace vibrar de dolor.- ¡Cumplí mi promesa hijo de puta!

Dejo caer su cuerpo y entrecierro mis ojos agotada.

No puedo más.

Levanto la mirada y veo al pelinegro. Si pudiera correr, correría a abrazarlo pero solo puedo sonreír, sonrió dejando que mis ojos se inunden de lágrimas.

Vino por mí.

En su rostro logro ver una sonrisa que me satisface, busco a los demás y veo a mi padre, a Thiago, a mi hermano, al abuelo, a Fabrizio y a Gregori, pero...entre ellos también veo al hijo de puta que se atrevió a manosear mi cuerpo.

Está revancha es personal y como él y yo somos uno solo, festejo que se la cobre en mi nombre.

Aunque no me permita decirlo agradezco que el pelinegro lo haya casado por mí, porque ese desgraciado es peor que el padre, un enfermo en potencia.

Veo avanzar a Máximo, flexionando las piernas adquiriendo una parada militar conjugada con la de un asesino. Qué curioso...no sabía que la milicia del ejército Ruso lo había entrenado, pero era de intuir que controlaba todo el perímetro a su antojo.

Máximo Kuznetsov el único capo ruso que ha entrenado con la milicia de su país.

La mafia rusa y el ejército crearon a un mostró que aniquila sin piedad.

Parece que su cuerpo clamara sangre sin medida, como si quisiese extinguir al mundo entero para consagrarse sobre ellos.

Arrodilla al hijo y lo coloca servido para abrirlo a la mitad, destroza al hombre y yo me quedo deslumbrada observando la belleza de mi demonio.

Yo soy la única que le hace perder la cabeza porque si algo me pasa a él se le meten como diez demonios y eso es una muerte asegurada.

Nadie nunca podrá escapar del psicópata que puede ser Máximo Kuznetsov cuando la ira hierve en su sangre.

Nos vale mierda todo si eso significa que podemos mantener nuestras piezas juntas.

Su belleza no me asusta, en mi alegato diré que fue su locura la que me incito a enamorarme.

Nicola se le lanza encima cuando ve lo que le ha hecho al hijo, dispuesto a matarlo y saco fuerzas de donde sea para lanzármele justo detrás, haciendo que se arrodille, también.

Máximo lo tira al suelo y justo en ese momento siento que todo en mi cabeza da vuelta, mis oídos se quedan sordos, no escucho, he dejado de oír porque es mi dolor el que grita más fuerte desde el centro de mi cuerpo.

Mis ojos buscan al pelinegro y solo puedo ver como con el hacha le corta la pierna a Nicola, separándola de su cuerpo.

Intento llevar la palma de mi mano a la herida de mi abdomen pero no logro realizar la acción, simplemente caigo de rodillas al suelo.

Dejándome ir.













Hola, Tormentas, espero que disfruten el cap.

Besos🖤

-Elyn.









IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora