Capítulo 24

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Máximo.

Pase todo el día donde mi abuela. Siempre soy bienvenido en su hogar.

Jugué tenis con el abuelo, mientras la abuela nos miraba.

Soy su nieto favorito.

Mi abuelo adula que nací para gobernar.

Pero ahora estoy yendo a buscar a la Riccardi a su departamento para llevármela a cenar.

Voy entrando a su piso y todo está apagado. Solo hay una luz de una lámpara prendida en la esquina del salón principal.

Camino en dirección a esa luz y veo su melena larga.

Esta tan sumida en sus pensamientos que ni siquiera se ha percatado de mi presencia.

Sus ojos están perdidos observando la ciudad y sus brazos se aferran a un cojín.

-¿Malen'kiy?-la llamo por el apodo que le puse en mi cabeza desde que la conocí.

Voltea a mirarme consternada y con el dorso de su mano se limpia las lágrimas de sus mejillas que no había visto.

Está llorando.

-¿Qué haces aquí?-está a la defensiva. Se ha puesto de pie casi de inmediato.

-¿Por qué estas llorando?-no me ando con pendejadas al momento de preguntar.

-¿Puedes irte, por favor?-no es una petición. Es una orden

-¡Responde lo que te estoy preguntando, maldita sea!-le grito para que se centre.

-¡Lárgate de mi casa!-la sujeto del brazo para que no se largue porque esa es su intención cuando intenta pasar por mi lado.

-¿Qué pasa, Preciosa?-si yo no cambio de actitud ella no lo hará.

Las lágrimas se vuelven a acumular en sus ojos. Puedo ver debilidad por un momento pero las cosas cambian en cuestión de segundos. Sé que lo está pasando mal.

-No me pasa nada.-se suelta bruscamente de mi agarre.-Lárgate que quiero estar sola.-camina en dirección a las escaleras.

-¿Acaso no confías en mí?-le grito y detiene el paso. Veo frialdad en sus ojos cuando se gira a mirarme y sé que no me gustara la respuesta.

-¿Crees que en algún momento lo hice?-inclina su cabeza para mirarme con las comisuras de sus labios arriba.-Tú y tu familia me han intentado matar varias veces. ¿Crees que puedo confiar en ti? No. No lo hago y nunca lo hare.-mantengo mi postura recta. Sin mostrarle nada. Pero sé que mis ojos se han oscurecido por la ira.

Salgo del edificio.

No le voy a rogar.

Mucho menos la voy a buscar.

Se jodio.

Conmigo no juega nadie. Mucho menos ella.

Llegó a mi casa y no puedo conciliar el sueño. El insomnio ha vuelto. Y voy por una botella de whisky.

Planeo beber hasta quedarme dormido.

...

A la mañana siguiente alguien grita mi nombre. Me reclino sobre la cabecera sujetándome la cabeza. Parece que tengo un jodido taladro martillándome los sesos.

-¡Levántate!-me grita Renzo. Y lo fulmino con la mirada por empezar jodiendome desde tan temprano.

-¿Que mierda quieres? Deja de joder.-bramo con la ira corriéndome por las venas.

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