Capítulo 65

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Rafaella.

No entiendo que está mal conmigo, no estoy enferma pero tengo cierto malestar que no me deja tranquila.

El olor del desayuno me produce una especie de rechazo inmediato, mi estómago se retuerce ante la idea de ingerir algún alimento.

Máximo me tiende la parte del pedido que me corresponde.

Había pedido huevos victorianos y un café negro cargado pero ahora que lo tengo enfrente me niego a comer.

-¿Pasa algo?-levanto la vista para mirarlo.

-No.-niego rotunda.

-¿Quieres asesinar a la comida?

Hago un puchero con los labios.

-Me siento malita de la panza. Algo me debe haber caído pesado ayer.

Digo entre las hamburguesas dobles y el postre de chocolate, es lógico que algo me haya caído pésimo.

-Tienes que alimentarte.-endurece el tono.

Hace unos días se me había reducido el apetito pero ayer se me agrando de sobremanera y hoy nuevamente no quiero nada, he disminuido todas mis raciones de comida pero no lo hago a propósito, ya no me entra más comida.

-Pero no quiero.

-La mitad de pan.-señala con autoridad, toma asiento a un lado y gira mi silla para tenerlo frente a frente.

-¿Me darás de comer?-pregunto con una sonrisa en mis labios.

-Así se trata a los niños.

Suelto una carcajada.

-A ti no te gustan los niños. ¿Soy la primera a la que le das comida en la boca?

-Abre.-me ordena sin responder ninguna de las cosas que he dicho.

-Solo un poquito y tomo café rápido.

Sujeta el vaso con la mano, abriéndolo.

-Esto está muy cargado.

-Como para levantar a un muerto.-hago sonar los dedos.-Perfecto para mí.

-Te preparare un té.

Se aleja y se lleva el café.

Me levanto de inmediato para seguirlo.

-Dame mi café.-le pido de buena forma.

-No hay café, Rafaella.

-Máximo, no estoy jugando.

-¿Tengo cara de estar jugando?-no, absolutamente no tiene cara de estar jugando.

-Dame mi café.-repito.

-No.

Vierte todo el contenido del vaso en el lavador de la cocina.

Me apresuro al lavado.

-¡Estás loco! ¿Qué carajos te pasa?-me enfado.

-Dije que café no.

-Estoy enferma no muriendo. ¡Deja de cuidarme y no te vuelvas a meter con mi café!

-¡No grites!-se altera.

-¡No hagas estupideces!-me acerco a él para enfrentarlo.

-No vuelvas a alzarme la voz.-susurra cerca de mis labios.

-No vuelvas a botar mi café.-me aparto para ir a prender la cafetera.

No me va a quitar el gusto de tomar mi café por las mañanas, está loco si cree eso, yo no funciono sin eso. Es como si mi cerebro no hiciera conexiones normales.

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