Capítulo 38

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Rafaella.

Me despierto temprano y Máximo no está en la cama.

Es un verdadero alivio porque no quiero empezar la mañana discutiendo.

Se abre la puerta del baño y sale con una toalla atada a sus caderas y otra secándose el cabello.

Siento su mirada sobre mí pero yo ya he desviado la mirada.

Me levanto en busca de mi ropa y me meto al baño cerrando con seguro.

Pongo a llenar la tina para darme un baño de rosas y prendo una vela para que entre la paz en mi cuerpo.

Coloco mi música y me meto tomando una esponja del armario negro que está enfrente del lavado.

Me tomo mi tiempo porque no quiero salir y verle la cara.

Paso la esponja por mis piernas con mucha delicadeza y luego continúo con mis brazos y mi torso.

Cuando termino salgo de la bañera y me enredo en una toalla para secarme.

Me coloco las bragas y un vestido negro que solo cubre lo necesario.

Salgo descalza y lo veo sentado en el borde de la cama, regresa a mirarme de arriba abajo y sus ojos se oscurecen.

El rey tiene dos pozos negros hermosos.

Me apresuro a tomar unos stilettos y me dirijo al tocador para empezar a maquillarme.

-¿Podemos hablar?-pregunta desde la cama.

-No quiero hablar contigo.-me sigo colocando labial y me toma por la espalda.

-Ya deja el show.-lo fulmino con la mirada a través del espejo-¿Vamos a ir a elegir las flores?-me pregunta mirándome de la misma forma.

- Lauren elegirá todo.-busco mi rímel.-Y tengo que trabajar.-miento porque al final todo lo elegiré yo y hoy no tengo nada que hacer en la empresa.

-Pero ya estoy listo.-su voz es la de un niño inocente.

-En vano porque tengo cosas más importantes que hacer.-me suelto de su agarre y tomo mi bolso metiendo mi teléfono dentro.

-Rafaella...-me llama pero no me detengo.- ¡Rafaella!-grita pero cruzo la puerta y empiezo a bajar las escaleras sin mirar atrás.

Cuando ya estoy en el estacionamiento veo a Gregori.

-Me voy sola.-le digo cuando se apresura a acercarse.

-¿El señor lo ha ordenado?-me pregunta.

Lo fulmino con mis ojos grises.

-Me importa una mierda lo que ordene tu señor.-le muestro una sonrisa falsa.

-Señora Kuznetsova, no puede salir sola.-me hierve la sangre solo de escuchar ese apellido.

-Me llamo Rafaella Riccardi.-le aclaro con una frialdad que a cualquiera aterroriza.-Nadie me ha regalado el apellido.

Asiente sin discutir.

-Señorita Riccardi.-se rectifica.-Tengo que acompañarla, por favor.-no le hago caso y me meto en el Bugatti saliendo a toda velocidad del edificio.

Por el retrovisor puedo ver que viene atrás. Ese hombre es muy terco.

Aumento la velocidad y me le pierdo en el tráfico.

Cuento los minutos en mi mente y mi teléfono empieza a sonar.

Lo silencio y lo tiro a un lado.

-Buenos días, señorita.-me saluda la seguridad de mi empresa pero no le respondo, tengo un genio del demonio.

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