26- Dulcería

64 8 4
                                    


Vanessa
_________

—Claro que no Henry, no sé de que hablas —le aseguro y él hace una mueca de confusión.

En realidad sí sé de que me está hablando a través de la videollamada.

Me está preguntando sobre una fecha importantísima que hay cerca de una semana y dos días, es su cumpleaños cosa que jamás olvidaría, pero me estoy haciendo la que no sabe para que la fiesta sorpresa salga bien.

—No puede ser Vanessa, ¿seguro que no recuerdas? Ocurre todos los años, era el único día en el que tía Vicky te dejaba ir a mi casa cuando seguía las reglas de Valeria.

—Hen, enserio, no sé, mira, luego hablamos, ahora tengo que hacer algo, ¿si?

—Okey, nos vemos por la noche Vanessa, estoy deseando llegar a mi casa, no me gusta mucho estar aquí en la casa de mis abuelos, es aburrido sin ti.

—Lo sé —rio y le lanzo un beso—. Hasta la noche Henry.

—Hasta la noche cariño —dice eso y cuelga.

Me levanto rápido y busco en mi clóset una chaqueta para ir a la casa de Bryan. Los dos tenemos que ir a una dulcería para planear cómo será el pastel de Henry.

Salgo de mi cuarto y voy al comedor. Allí se encuentran mamá y papá, me acerco al último y cruzo mis brazos.

—Papá, ¿podrías llevarme a la casa de Bryan?

—Sí, de todas formas tengo que ir allá.

—Bien, pues vamos —sonrío y me giro hacia mamá—. ¿Tú no vas?

—No, tengo que ir al supermercado, tal vez otro día los acompañe —besa mi frente.

—Vale, pues podemos irnos —le digo a papá y él se levanta.

Salimos de la casa y yo espero al frente para que él saque el auto del garaje.

Ya estando dentro del auto papá lo arranca, saliendo a una velocidad mínima.

—¿Por qué tan lento? —le pregunto y él rueda sus ojos.

—¿Crees que iba a manejar como Henry? Él parece que cada que lo hace está en Rápido y Furioso.

—No pero... tampoco manejar tan lento.

—Lento se disfruta más, hija.

—¿Eh?

—Manejar, pervertida —ríe y yo asiento.

—Sé que era manejar, papá.

—Sí claro, los jóvenes de hoy en día son unos mal pensados.

—¿Por qué lo dices?

—Todos los días atiendo a varios chicos de tú edad, y no puedo decir nada que tenga doble sentido, porque aunque estén llenos de tristeza sueltan la carcajada del siglo —niega con su cabezas divertido.

—Pero eso es bueno, ¿no?

—Sí, es muy bueno, al menos ríen y no lloran.

Continuamos hablando sobre los jóvenes de hoy en día hasta que llegamos a la casa de Bryan. Este me está esperando ya en su auto, así que lo que tengo que hacer es solamente bajar del auto de papá y subir al de él.

Cuando entro unas molestas mariposas invaden mi estómago, haciendo que los nervios se instalen en mis manos.

—Hola —lo saludo en voz baja, él sonríe y se acerca a mí, con una mano toma mi mentón y me da un corto beso en los labios tomándome por sorpresa.

Esencia✔Where stories live. Discover now