Epílogo: Vivir la vida y no desperdiciarla

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•Cinco años después•

Vanessa
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Pff, y todo por un sueño. Sí, trabajar por un... ¿sueño?

Un sueño que tal vez ni realidad se haga, un sueño por el que de toda mi alma y sacrificio, ponga mi empeño, mis suspiros, mis noches con ganas de dormir...

Y todo tal vez sea en vano.

O tal vez no, ¿quién sabe?

Por eso tengo que seguir soñando, seguir esforzándome. Seguir, seguir y seguir.

—Lo bueno de los sueños es que si no lo quieres más puedes tener otros, que si puedas cumplir —Bryan acaricia mi mano y suelto un suspiro.

—Al menos tú lo estás logrando, Bry. Pero yo no —me levanto y me acerco al balcón—. Terminamos la preparatoria hace cuatro años comenzamos a trabajar por las noches y estudiamos de día, y ni descansar podemos porque si lo hacemos entonces no podemos trabajar en nuestros sueños, que es ir a la academia los sábados.

—Por un día de descanso no sucede nada.

—De día vamos a la universidad, de noche trabajamos... Joder, si dejamos de trabajar sería un sueldo menos. Además, nuestra jefa es... muy mandona.

—¡Pues vamos a mandarla a volar! —Henry golpea mi escritorio.

—¡Henry! ¡Mis lápices! —me giro hacia él.

—Ni tu salario alcanzará para pagar esos lápices —Melissa bromea.

—¿Acaso tienen oro? —el poetizado hace una mueca y toma uno en sus manos, me acerco rápidamente y se lo quito.

—¡No tienen oro, pero me los regaló papá! Son muy importantes para mí.

—Sabes que si se rompen Fabio te compra otros, Vanessa.

—¡Pero no! Pasé mi primer año de universidad escribiendo con ellos...

—Estás algo dramática —la morena resopla.

—Lo que está es cansada —Bryan, como casi siempre, sale a defenderme—. Bueno, pienso que todos lo estamos, ¿no? Vamos a la universidad de día, y trabajamos de noche, no podemos tener vacaciones hasta de aquí a seis meses, y de descanso tenemos los domingos porque los sábados vamos a la academia, y todo por un sueño. Porque si no trabajamos, no hay dinero, si no hay dinero no hay academia. Al menos nuestros padres nos ayudan a pagar la universidad.

—Tienes razón —la morena asiente—. Tenemos que hacer muchas cosas sólo por un sueño, y aún somos jóvenes, demasiado.

                         •=•=•=•=•

—Señorita Green, ¿en qué piensa? —mi jefa, con una ceja enarcada, manos en la cintura, pie derecho moviéndose frenéticamente, me mira de arriba a abajo mientras suspira pesadamente.

—Lo siento —le digo mientras con mis manos froto mis adormilados ojos.

—Hay clientes por atender, mueve ese trasero o no tendrás dinero —señala las mesas que se han llenado y un dolor de cabeza insoportable se instala en mí.

Hay más personas hoy que nunca. Tengo sueño, estoy cansada y mis pies duelen.

¿Acaso tengo que soportar tanto por ir a una academia de canto?

Allí sólo me enseñan a cantar bien, pero ¿si voy allí cumpliré mi sueño de cantar frente a miles de personas?

La respuesta a eso la encuentro hoy, y la verdad es que no. Yendo a la academia no cumpliré nada, sólo me estoy desgastando a mi misma en un jodido restaurante.

Esencia✔Where stories live. Discover now