31- Campamento

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            •Dos meses después•

Vanessa
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—¡Vanessa! Apresurate, el bus está al llegar —Henry me chilla y yo suspiro pesadamente.

—¡No encuentro mi cepillo de dientes!

—¡¿Pero dónde lo has metido?!

—¡Si supiera ya lo hubiera encontrado!

—¡Pues vamos a buscar, joder!

—Eso hacemos, equis de.

—¡Henry, Vanessa! ¿Qué les falta? El autobús está en la esquina —Melissa nos grita desde abajo y Henry suelta un grito de fastidio.

—¡Mierda! Tenemos que... Vanessa —me señala con los ojos abiertos como platos.

—¿Qué?

—Mira tú mano.

—Sí, tengo un cepi... ¿qué mierda? —me pregunto asombrada—. ¿Cómo rayos mi cepillo llegó a mis manos?

—Pues locura se llama eso, dale, toma tú maleta y bajemos, todavía te falta despedirte de tus padres —Henry sale de mi habitación y yo le doy una última mirada a esta.

—Nos vemos en dos meses querida habitación, jamás me he alejado de ti, pero bueno... nos vemos —beso la pared y salgo de mi cuarto.

Voy a la sala y allí están mamá y papá. El último con los brazos cruzados.

—¿Llevas repelente para los mosquitos? ¿Tu cepillo de dientes? ¿Batería para cargar tú teléfono por si ocurre una tempestad y cortan la electricidad? ¿Medicina para la alergia? ¿Tus audífonos? —me pregunta y yo asiento.

—Lo llevo todo, papá, además, Henry, Melissa y Víctor van conmigo, ¿qué me puede ocurrir si me faltara algo? Pues nada.

—Me caía mejor Bryan —mamá murmura y yo resoplo.

—Cambiemos el tema, por favor.

—Vale, lo siento cariño —mamá me abraza y besa mi frente—. Recuerda llamarnos apenas llegues hoy.

—Lo haré.

—Y recuerda no chillar si vez a un oso, se pueden asustar y te atacarán —papá dice todo serio y yo asiento para luego abrazarlo.

—Lo sé, me lo has dicho muchas veces.

—¡Vanessa! ¡Ya el autobús está aquí! —Henry grita desde afuera y yo abrazo a mis padres de nuevo.

—Nos vemos dentro de casi dos meses.

—Cualquier cosa no dudes en llamarme, para eso soy tú papsimejor —papá besa mi frente riendo.

—¿Eso quiere decir papá psicólogo mejor? —le pregunto y él asiente.

—Recuerda comerlo todo y sobre todo, portarte bien, y no aceptarle bebidas a los desconocidos, allá pueden ir cazadores y quién sabe —mamá sonríe y yo asiento.

—Todo lo que ustedes me han dicho lo tengo en mi cabezas, ahora... hasta el veinticinco de agosto, ¡cuídense! Y recuerden que los amo.

—Nosotros también te amamos, hija —los dos vuelven a abrazarme y por fin salgo de la casa.

Guardo mi maleta en el maletero del bus y entro. Me siento junto a Henry y el autobús emprende su marcha.

—¡Qué emoción! ¡Por fin el campamento! —Melissa chilla y Víctor ríe.

—Pues sí, mi flor de chocolate, yo esperaba ansioso este momento, ahí podré sentarme en el río y escribir un poema de amor donde todos terminen con un final feliz.

Esencia✔Where stories live. Discover now