48- El mejor tesoro

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Vanessa
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Al final el director se llevó a Bryan hacia el campamento, y creo que es lo mejor porque sus pies comenzaban a estar más rojos con el paso de los minutos.

¡Y todo por entrar al lago!

Sabe Dios si se llama lago de los cocodrilos por las trampas y no por la forma que tiene.

En fin.

Ahora estamos dándole toda la vuelta al lago para llegar al cerro y nos tardamos más, eso es obvio.

Melissa se la ha pasado protestando por todo y si una hoja de los árboles la roza ella le pega y grita, está enojada.

—Deja la bobería, por favor —Nathalie le pide entre murmuros y ella resopla.

—Si hubiera sabido desde un principio que tendríamos que pasar tanto trabajo para llegar a un tesoro que tal vez otros lo tienen ya me hubiese quedado con gusto en el campamento.

—Bien emocionada que estabas al principio —Víctor sonríe mirándola pero deja de hacerlo ya que la morena lo fulmina con su mirada.

—Sí, porque pensaba que sería algo... genial, pero no, esto es de la gran verga. Mis pies duelen y ni hablar de lo sudada que estoy.

Henry no hace más que rodar sus ojos y estar junto a mí al final. Con la morena nadie gana, lo mejor es que cuando esté enfadada no dirigirle la palabra, o sino te come viva.

Melissa comienza a caminar más rápido para adelantarse y mantener distancia de nosotros, quiere calmarse sola.

—No sé que va a ser de mi futuro con ella —Henry resopla—. Cuando se enoja es insoportable.

—Todos somos así, lo mejor es evitar hablarle, cuando se calme ya volverá a ser Melissa.

—Eso espero, porque irrita.

—¡Es el cerro! ¡Al fin, señor de todos los cielos benditos! —la morena comienza a gritar y se lanza al suelo a... ¿besar a la arena?

—¿Qué hace esa loca? —Henry se pregunta.

Nathaly y Víctor corren hasta ella y comienzan a saltar emocionados.

Sí, hemos llegado.

—Al fin señor —murmuro y junto a Henry camino más rápido para llegar hasta ellos.

El cerro es... simplemente una pequeña loma de arena y encima hay cantidad de arbustos en forma de equis.

—Equis —Henry ríe—. Hace rato que no lo decíamos.

—Oh sí —sonrío—. Se nos olvidó.

—¡¿Y ahora qué hacemos?! —Víctor grita y todos nos quedamos mirándolo con el ceño fruncido.

—Víctor, no grites —Melissa le pide, el chico hace una mueca de ofendido.

—¿Disculpa? Apenas hace unos segundos tú gritabas y protestabas por todo.

—Eso hace segundos, pero hemos  llegado al cerro ¿y sabes lo que significa? Que si encontramos el tesoro iremos al campamento y podremos descansar como Dios manda.

—Bueno, sí, pero ¿qué hacemos?

—Buscar entre los arbustos, eso es lo que hay que hacer —Nathalie dice con obviedad mientras que se encoge de hombros.

—Ay Dios —la morena resopla—. Espero que aparezca rápido.

—Si seguimos tardando no va a aparecer —les digo y doy el primer paso para subir a la pequeña loma de arena.

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