34- Palabras que duelen

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Vanessa
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Okay, es un tonto.

Que manera tan estúpida para preguntarme por qué traigo todavía la pulsera que él me regaló, pero bueno, le tiré con lo mismo y sé quedó en blanco.

—La traigo porque... es un regalo, y amo las cosas sencillas como las pulseras, además me la diste tú, la chica que me enamoró con sólo observarme con sus hermosos ojos claros, y que me ayudó muchísimo en mi vida y gracias a tí superé algo muy feo que ocurrió en mi vida —Bryan aprieta sus labios y yo abro mi boca y la vuelvo a cerrar ya que no tengo nada que decir—. Sin palabras, ¿no? Así antes me dejabas a mí.

—Creído —murmuro y él niega.

—Cualquier cosa menos eso.

—Okay chicos, ya paren, ¿sí? —Víctor nos pide y yo ruedo mis ojos.

—Que pare él.

—Okay, y paro —Bryan levanta sus manos en señal de rendición y comienza a caminar, silbando.

—Se pasan —el poetizado niega y sigue a Bryan, yo hago lo mismo pero con los brazos cruzados.

Ay Dios.

—Quisiera tener mi teléfono aquí para aunque sea sentarme debajo de un árbol y escribir un poco —Víctor resopla.

—Y eso que solo llevas un día sin él, ¿te imaginas cuando pasen los dos meses y te lo entreguen de nuevo? —Bryan lo mira y él aprieta sus labios.

—Mis seguidores me van a extrañar, jamás me he pasado dos meses sin actualizar, Dios, debí quedarme en mi casa.

—Hasta yo —murmuro pero ninguno me escucha.

—Recuerden las señales, están caminando mirando el suelo —resoplo y Bryan enarca una ceja.

—Si miramos hacia arriba podemos caernos porque hay rocas en el camino.

—¿Acaso no sabes mirar el suelo y luego los árboles?

No sé por qué me está sucediendo esto, jamás he sido una chica... así, pero es que... ¡Agh! Me enoja que el llegue como si nada hubiera pasado.

—¿Podrías dejar de estar a la defensiva? La Vanessa de hace dos meses no era así.

—El Bryan de hace dos meses tampoco, todos cambiamos, Lawson.

—Sí, desgraciadamente.

—¡Agh! Por Dios, ustedes me irritan —Víctor nos mira irritado.

—Lo siento, no voy a hablar más, lo prometo —le digo y él suspira.

—Quisiera creerlo, pero no lo haré, cuando pasen dos minutos volverán a discutir por cualquier bobería, parecen gatos en celo.

—¿Eh? —yo y Bryan preguntamos a la vez, lo que causa que nos miremos con mala cara, hago un ademán para hablar pero el poetizado cubre mi boca con sus manos.

—Ni una palabra más, por favor.

—Vale —ruedo mis ojos y volvemos a caminar.

El resto del trayecto nos la pasamos en silencio, menos Víctor que va inventando poemas al ver cualquier mariposa o flor. Bryan es el que encuentra las señales y gracias a él por fin llegamos al final de esta jodida excursión.

—¡Wow! Son los primeros —Nathalie nos recibe con una sonrisa pero se le borra al ver mi cara y la de Bryan. —Tienen cara de trasero, ¿qué les ocurre?

—Están en celo, Nathalie, mejor ni te metas con ellos —Víctor responde por nosotros.

—Pues que se les pase rápido. Bien, ya que han sido los primeros en llegar pueden ir al comedor y luego a los salones de dibujo, música, letras... o a cualquier otro, hasta al gimnasio si quieren —Nathalie nos guiña el ojo y se aleja para recibir a otros.

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