Esencia✔

39- Deseo

Vanessa
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Es que no lo puedo creer.

Es mi rostro en su espalda. Y todos me están viendo a mí, esperando para ver mi reacción.

¿Y cuál es mi reacción?

Estoy súper asombrada.

Esto es... no sé, algo loco ¿cómo se le ocurre tatuarse mi rostro? ¿Y por qué lo hizo?

Eso es algo tonto, Vanessa, él está enamorado de tí.

Tal vez, pero llegar a ese nivel...

—No puedo creerlo —Henry me señala con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Eso es tan romántico! —escucho que alguien chilla y de pronto todos comienzan a comentar siendo yo y Bryan el centro de atención.

—¿Y Bryan a dónde fue? —Víctor pregunta y yo miro a la piscina.

Él fue a algún lado y yo lo iré a buscar.

—Ahora vuelvo —les digo a mis amigos y salgo corriendo.

En el vestidor no está así que lo más seguro haya ido a la casa.

Corriendo como una "loquita" llego a la casa hasta con falta de aire. Subo las escaleras y abro la puerta y me tiro en el suelo.

No me gusta correr.

Descanso un poco y luego me levanto, voy a la habitación de Bryan y toco la puerta. Él debe estar ahí.

—Bryan, sé que estás ahí, por favor abre —digo tocando la puerta.

—Pues te equivocas, aquí dentro no hay ningún Bryan —él dice en respuesta y aprieto mis labios para no reír.

—¿Enserio? Pues dile que yo creo que si está.

—No está, él fue a nadar.

—¿Enserio? ¿Qué...? ¡Ah! —chillo cuando la puerta se abre y caigo al suelo—. ¿Pero por qué no avisas?

—No sabía que estabas apoyada en la puerta —me tiende su mano y la acepto para que me ayude a ponerme de pie.

—Ok... ¿por qué saliste corriendo? —cruzo mis brazos y lo miro con los ojos entrecerrados.

—Eh... yo...

—¿Pensabas que iba a discutir contigo? —le pregunto y Bryan asiente.

—Sí, es que... No sé. Creí que te disgustaría que yo me tatuara tu rostro en mi... espalda.

—Haber, no me disgustó, sólo me asombró porque no creí que alguien fuera a tatuarse mi rostro.

—Eres una obra de arte, cualquiera lo haría —sonríe algo nervioso y yo niego con mi cabeza divertida.

—¿El Bryan tímido ha vuelto?

—No, pero estar a solas contigo me hace ser así —traga saliva y mira al suelo.

—Oh, entiendo, creo.

Que vergüenza.

Estamos a solas y en trajes de baño.

Por Dios.

Perdona este pecado.

Bueno, no es pecado, pero... equis.

—Deberíamos volver... —le digo y él cierra sus ojos por unos segundos.

—¿Por qué no nos quedamos un rato?

—¿Eh? —pregunto confusa y de manera inesperada coloca sus manos en mi cintura y me pega a él.

—Tú...