Esencia✔

50- Despedida

Vanessa
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—No creo que ya mañana llegaremos a nuestras casas y esto quedaría como un... sueño —Melissa revuelve su té con la cuchara algo triste.

—Si fuera por mí me quedaría —el poetizado sonríe—, pero necesito ver a mis padres, no me gusta estar tanto tiempo alejado de ellos.

—¡Y mañana nos entregan nuestros teléfonos! —Henry chilla—. Por fin podremos deslizar nuestros dedos por la pantalla.

—Ya hasta se nos habrá olvidado —bromeo.

—Lo que bien se aprende nunca se olvida —Bryan me guiña un ojo y niego divertida con mi cabeza.

—Cierto.

—¿Saben? No hicimos amigos nuevos —Melissa hace una mueca—. Nos pasamos todo el tiempo juntos y ni siquiera socializamos un poco con otras personas.

—Oye sí, tienes razón —le digo asintiendo.

—Socializar está bien —Nathalie de sienta junto a nosotros—. ¿Pero se imaginan que si aparecía alguien más tal vez alguna relación se rompería?

—Uff, buen punto —la miro.

—Bueno, dicen que entre menos bulto, más claridad, que quede claro.

—Por cierto, ya que estás aquí... —Henry pestañea varias veces—, ¿no harán ninguna fiesta para despedirnos?

—Obvio, eso ni se pregunta, el director ya está armando todo para esta noche. Espero que quede perfecta, y que lloren.

—Bueno, yo no lloraré porque no hice ningún amigo nuevo —Melissa se encoge de hombros.

—¿Y yo qué, muchacha? —Nathalie cruza sus brazos.

—¡Ha! Nathalie, tú eres nuestra madre.

—Ya sabía que me extrañarían.

—Sin tí hubiéramos echo muchas locuras —Bryan ríe.

—Pues si, menos mal que yo estaba al tanto de todo, y todavía tengo que estarlo de aquí a mañana —ella suspira—. Y bueno, los dejo para que vayan a empacar sus cosas, tristemente. Yo me voy a ver cómo van las cosas para esta noche, besitos.

Nathalie con una sonrisa se levanta y va a la cocina.

—Vamos a empacar, chicos —les digo, todos suspiran a la vez.

—Preparatoria, allá vamos —Henry hace una mueca, Melissa rueda sus ojos.

—Universidad, allá voy.

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—Debieron darnos los teléfonos para sacarnos unas fotos aquí en el campamento —le digo a Bryan que se encuentra dibujando el paisaje que se ve desde mi ventana.

—Muy cierto, pero bueno, son las reglas.

—Sí...

—Voy a dejar de dibujar porque ya está oscureciendo —deja su cuaderno a un lado y se gira hacia mí.

—Hay que prepararse para la fiesta —sonrío, él asiente.

—Ya mañana a esta hora estaremos en nuestras casas.

—Cenando junto a nuestros padres y contándoles todas las aventuras que tuvimos aquí.

—¿Sabes a quién le habría encantado saber? —me pregunta y ladeo mi cabeza—. A mi abuelo.

—Oh sí, le hubiese encantado saber que luego de estar encerrado por semanas en una habitación decidiste salir y enfrentar la tristeza.

—Lástima que él no pueda saberlo...