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Hoy recibí una noticia muy linda. Me llamaron de Boca, para volver a entrenar, para reintegrarme, me otorgaron una segunda oportunidad

Quedé embarazada a los 16. Antes de poder hacer nada, simplemente me desplazaron. De todos lados... Una embarazada no servía. Me podían hacer algo y no tomarían ese riesgo.

Cuándo nació Lionella, rechacé la invitación al reintegro del equipo femenino de Boca Juniors. No seguí por Lio. No es que la esté culpando. Ella es todo en mi vida y vino a iluminarme. Es mi rayito de luz. Si tuviera que abandonar mis sueños una y 300 veces más por estar con ella. Lo haría sin dudarlo un segundo. Cada momento pasado a su lado, es simplemente perfección. Y me dan ganas de llorar al saber lo rápido que se está pasando su niñez.

- Te amo, hija. - Dije mirándola con una sonrisa para después darle un beso en la frente. Es tan linda cuándo duerme.

Por otro lado, el imbécil de su papá cumpliendo sus sueño, cómo si nada hubiera pasad...

Llegó Joaquín a interrumpir mis pensamientos, trayendome un desayuno de un café con medialunas, lo que más amo de estar acá.

- Gracias amor. - Digo parándome a darle un beso que él sigue agarrándome de la cintura y apretándome contra él.

Me alejo.

- La nena. - Sonrío dándome vuelta dejando ver que ella está envuelta bajo las sábanas.

Él se rió un poquito y le dio un beso.

- Perdón. - Se rascó la nuca un poco avergonzado.

Sonreí y le di un piquito en los labios y tomé el café que me trajo.

- Mañana tengo que ir a Italia para el partido de Milán vs SampDoria. Me toca quedarme todo el finde - Agachó la cabeza y me miró de reojo.

- No van a poder venir conmigo, ¿no? - Subió la cabeza un poco tímido.

Me acerqué y lo abracé.

- Me encantaría, pero esta vez te va a tener que tocar ir solo. Entre el jardín de la nena. Mi trabajo y que ahora van a empezar los entrenamientos. Te juro que aunque quiera es imposible. - Junté nuestras frentes y le di un beso.

Me mataba ver esa carita triste con una mirada vacía al saber que no lo acompañaríamos como de costumbre.

Joaquín juega en Inter de Milán, para ser más precisa tendría que vivir en Italia, pero tomó una desición en la cuál lo apoyé, de ir sólo cuándo tenga un partido. Porque tenemos mucho en Argentina. Mucho que él y ni yo queremos dejar.
Sólo teníamos que acostumbrarnos a viajar, al principio costó pero ya se hizo una costumbre.

- ¿Entrenamientos de qué? - Dijo sorprendido y sonreí de punta a punta.

- Me reintegraron en la liga femenina de Boca amor. Mi sueño se está cumpliendo.

Él me levantó de la cintura y dio vueltas cargándome compartiendo la misma felicidad que yo para después besarme.

- Felicidades amorcito, la vas a romper, te amo y no puedo estar más orgulloso de vos.

Sonreí al escuchar estas palabras y lo volví a besar.

- Que feos, asco asco.

Escuchamos una vocecita recién despierta quejándose. Nos dimos vuelta y ahí estaba nuestra princesita. Con los pelos para todos lados, los ojos hinchaditos y mal humor.

- Vamos amor, arriba que tenemos que salir con papá a pasear antes de que se vaya. - Digo haciéndole upa y llevándola a bañarse.

(...)

- Qué linda tarde ¿no papá cucu? 

- Si preciosa, ¿me vas a extrañar?

- Muucho.

- ¿Cuánto?

- Así mira. - Lio le muestra 7 dedos de la mano.

Joaquín se muere de la ternura y la abraza.

Los escuché a los dos hablando en la cocina mientras salía del baño. Algún día me podría morir con el amor tan lindo que se tienen.

(...)

Aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires.

Rodeado de muchos fans que lograron reconocernos y nos esperaban ahí, terminamos de firmar unas camisetas, unos autógrafos y unas cuántas fotos, y tuvimos que despedirnos.

- Chau amor. Avísame cuándo llegués, que comés, que hacés, cómo dormís, no salgás y ojo con a quién mirás. - Le di un beso.

El soltó una carcajada. - Que mandonas estamos.

Se agachó para abrazar a Lio que no lo quería soltar y comenzó a llorar al ver a su papá yéndose para subir al avión.

La tomé en mis brazos y ella se quedó llorando en mi hombro. Esto me rompió el corazón.

Estábamos llegando a casa en auto, y ella se había dormido por estar llorando.

La puse en su sillita en la parte de atrás del auto para que venga cómoda.

A un poco antes de llegar vi un auto estacionado en mi vereda con un chico muy probablemente veinteañero apoyado en él. Esperando a alguien, al parecer.

La figura se me hacía conocida. Y esos tatuajes que destacaban a larga distancia...

No será?

No, imposible. Aceleré lo más que pude y llegué a la casa, y ahí estaba...

¿por qué ella sí? ; enzo fernándezWhere stories live. Discover now