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Narra Giselle

Después de más de 20 horas de viaje y de estar sentadas en el avión, esta era la última. Viajar con una nena es difícil y más si es con una como Lio. Pero acá nada es imposible, traté de hacer este viaje lo mejor posible para ella y contenerla durante 20 horas.

Hace rato me había vuelto la señal pero no le hablé a Joaquín, ni le avisé que estábamos llegando, me iba a ir en Uber hasta la casa. Me iría a alquilar un departamento o quedarme en un hotel pero la casa de Italia es de los dos, es dónde Lio creció y hay miles de recuerdos ahí. No la voy a dejar como si nada y él seguro que tampoco me va a dejar que nos quedemos en otro lado.

— ¿Ya llegamos mamá? — Preguntó Lio, ya había preguntado unas 100 veces.

— Sí, en un ratito.

Ella me miró y mostró una sonrisa emocionada. — Voy a ver a papá cucu, voy a ver a papá cucu.

— Si mi amor, vas a ver a tu papá.

— Mamá. ¿Le vas a dar un beso a papá cucu? — Preguntó de la nada.

— ¿Por qué decís eso? — Pregunté con la entreceja fruncida.

— Porque hace mucho no se ven. La abuela me dijo que están enojados. — Dijo haciendo un pucherito.

— ¿La abuela te dijo eso? ¿Por qué? — Pregunté, indignada.

— Porque yo le pregunté. — Levantó los hombros.

— A mamá le tenés que preguntar vos. A nadie más. - Dije acomodándole el pelito. — Y no estoy enojada con papá. Estamos bien.

— Bueno mamá, no me retes. — Frunció la entreceja.

— No te estoy retando hija. — Dejé un beso suave sobre su cabeza. A su vez me quedé pensando en lo que me acababa de decir.

Pasó un rato más en lo que el avión aterrizaba y tuve que contener a Lio y fijarme de ella porque siempre le da miedo cuándo aterrizamos. Finalmente llegamos a Italia. Le hice upa y nos bajamos del avión. Un guardia de seguridad me ayudó con las valijas y agarré todo como pude sin bajar de mis brazos a Lio, sólo por precaución.

— Mamá. — Dijo agarrándome la remera. — Mamá mamá.

— ¿Qué pasó? — Dije mirándola.

— Ahí está mi papá. Bajame. — Dijo haciendo fuerza para bajarse de mis brazos. Por un momento no entendía nada de lo que estaba pasando. Yo no le había avisado nada a Joaquín de que ya llegaba.

— Pará, hija. No te puedo bajar. — Dije intentando agarrarla fuerte pero estaba más emocionada y no quería quedarse quieta. Busqué con mi mirada y ahí estaba Joaquín. Caminando hacia nosotras con una sonrisa y cómo vi que no había nada de que preocuparse bajé a Lio y ella se fue corriendo, casi de inmediato ya estaba entre los brazos de Joaquín. Él la abrazó y la llenó de besos.

Me fui acercando despacio hasta dónde estaban los dos y no podía disimular la sonrisa de punta a punta que se me formaba al verlos.

Llegué a dónde estaban los dos parados.

— Mamá llegaste. — Dijo Lio mirándome abrazada a Joaquín. — Mira mi papá está tan lindo.

Yo sonreí y miré a Joaquín que tenía una sonrisa que no se borraba con nada.

— Hola. ¿Cómo estás? — Preguntó.

— Hola, bien. ¿Vos? — Respondí. Me acerqué a él y lo salude con dos besos, normal. Pude notar como Lionella nos observaba con mucha atención.

¿por qué ella sí? ; enzo fernándezحيث تعيش القصص. اكتشف الآن