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Giselle Simhardt.
Londres, Inglaterra

1 ' mayo ' 2023

Desde el fichaje de Enzo Fernández por el Chelsea, club de Londres en Inglaterra, se concretó en marzo de 2023, tanto él como yo decidimos blanquear de nuevo una relación.

Hubieron detalles mayores como problemas y es que Enzo no podía venir de Lisboa sin Valentina porque no se iba a separar de Olivia. No tuve problema con eso, con Enzo llegamos al acuerdo de comenzar a vivir juntos. De a poco sentía que volví a encontrar el amor con él.

Mi hija ya estaba acostumbrada, lo llamaba papá, lo recibía con un abrazo todos los días. Salían a pasear y se la llevaba a todos lados con Olivia, casi parecía un cuento de hadas.

Algunas heridas en mí no terminaban de cicatrizar como el hecho de que Joaquin y Agustina estaban por tener un bebé y lo compartían libremente por las redes, tampoco los juzgo pero el dolor en el pecho por recordar todo no es algo que logro controlar todavía. Joaquín no dejó de lado a Lionella pero no la ve tan seguido como antes, no tiene la obligación pero ella lo extraña mucho y yo quiero que nazca de él venir a verla. Hace un mes vino por última vez, entiendo que ya entró la faceta final del embarazo de Agustina y que necesita estar con ella y acompañarla. Por mi parte con Enzo volvimos a intentarlo pero nadie lo sabe, no subimos cosas a las redes y él no hizo pública ninguna separación con Valentina.

Tampoco nos escondíamos ni mucho menos él se esconde con Lionella. Sube fotos de ella libremente y en algunas notas que dio cuando hablaba de ellas decía "mis hijas", tiene presente a Lionella en todo y es un hecho que ya todo el mundo confirmó lo que sospechaba y no es un problema.

— ¿Qué tenés ganas de hacer? — Dijo Enzo invandiendo mi poco espacio personal al acostarse casi encima de mi en la cama.

— ¿Cuándo? — Pregunté antes de que el morocho deje besos cortos en mi boca y me miré con una sonrisa.

— Ahora que termine la premier y ya tenga vacaciones.

— Falta como un mes todavía, ya pensaremos en eso. — Dije intentando sacarlo de encima y él solo me abrazaba más fuerte.

— Bueno pero anda pensando, quiero que pasemos unas semanas lindas que nos merecemos despejarnos y un poquito de felicidad. — Dijo acariciándome el abdomen.

— Yo soy feliz. — Dije dándome vuelta para quedar esta vez sobre él. Sus manos pasaron a mi cintura y me miró de arriba a abajo.

— Yo también, pero vacaciones no le hacen mal a nadie gorda.

— Tenés razón. — Besé sus labios. — Vamos a París.

— París será. — Dijo con una sonrisa y abrazó mi cuerpo pegándolo al suyo. Era como un momento en el que estábamos pegados e igual queríamos seguir más juntos, casi como entrar en la piel del otro. Un sentimiento hermoso.

Nos quedamos un rato más en la cama hasta que vino ruidosa Lionella, que se levantaba recién de dormir. Los dos la miramos y esperamos a que se suba en la cama con nosotros.

— Buen día. — Dijo refregando sus ojitos y quedando en medio de los dos.

Enzo me soltó para abrazarla. — Hola amorcito. ¿Cómo dormiste? — Dijo dándole un beso enorme en el cachete.

— Bien. — Fue la corta respuesta de Lio que necesitaba unos momentos para reconectar con el mundo después de despertarse.

— Me alegro mi amor. — Dije esta vez yo acercándome a besarla también.

Nos levantamos para pasar un momento en familia antes de que yo tenga que ir al trabajo y Lionella al jardín, Enzo no entrenaba y tenía el día libre pero yo no. Desayunamos y era como esos momentos que necesitaba que sean eternos. Todo era hermoso y no existía nada que sería capaz de sacarme la felicidad que sentía y lo plena que estaba.

Cuándo terminamos, cambié a Lionella y Enzo le preparó la comida que iba a llevar hoy en su mochilita y salió afuera a esperarnos en el auto. Nos tomamos nuestro tiempo y bajamos. Acomodé a Lio en su sillita y fuimos.

— ¿Viste amor? Papá no miente. — Dijo Enzo mirando a nuestra hija por el espejo retrovisor.

— Papá no miente. — Repitió ella con una sonrisa cómplice.

— ¿De qué hablan ustedes? — Pregunté cruzando los brazos.

— Nada... Pasa que Lio me retó ayer porque dice que yo nunca la llevo al Jardín, y le dije que hoy la llevaba yo. — Finalizó con una sonrisa y yo no evité soltar una sonrisa por lo exigente que es Lionella y también enojona con Enzo, a alguien tenía que salir.

Pasó un viaje divertido hasta llegar al jardín de mi hija.

— Yo me bajo a llevarla. — Dijo Enzo poniendo su mano sobre la mía que intentaba abrir la puerta. Lo miré y hablé.

— No, yo me bajo. — Dije sacando su mano de encima de la mía.

— No pasa nada, la llevo yo.

— Yo la llevo. — Insistí.

— Vamos los dos. — Dijo y me compró con su sonrisa.

Ambos nos bajamos, él se ocupó de bajar a Lionella y me esperó para ir juntos de la mano hacia la entrada del jardín. Él se despidió de ella como si no la fuera a ver por un mes, así de dramáticos son. Se abrazaron y después Lio solo me dio un beso y se fue corriendo.

— ¿Qué vas a hacer ahora Enzo? — Pregunté mientras caminábamos de vuelta al auto agarrados de la mano.

— ¿Cuándo me vas a dejar de decir Enzo? Nunca me decís amor. — Preguntó haciéndose el enojado. Yo me reí y no le respondí. — Ahora no hago nada, pensaba acompañarte a tu trabajo pero no sé si querés. — Dijo esperando una invitación de mi parte.

— ¿En serio? — Sentí como si se me iluminaban los ojos.

— Sí amor. ¿Puedo? — Preguntó deteniéndose para ponerse en frente de mí una vez que llegamos al auto.

— Obvio que podés. Hoy tengo una sesión de fotos y va a ser re lindo tenerte ahí.

Enzo me besó la frente y después de eso subimos al auto. Yo tenía una sonrisa imborrable porque era hermoso que piense en acompañarme y salga de él. Todavía eran las 8:20 y yo tenía que estar a las 9:00, tenía media hora para pasar por un café e ir directo así que eso hicimos.

Enzo comenzó a manejar y yo saqué mi celular que estaba sonando y no lo encontraba. Cuándo lo saqué vi la llamada y atendí.

Hola. — Sonó del otro lado una voz que no escuchaba hace años. Una voz irreconocible.

— ¿Hola?

— ¿Hablo con Giselle?

— Sí. ¿Con quién hablo? — Pregunté intrigada y Enzo en el semáforo desvió la mirada hacia mí igual de intrigado.





Con Enzo, todo parecía estar más que bien.

Pero a veces, darle una segunda oportunidad a alguien es como darle una segunda bala porque la primera no te terminó de matar.

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⏰ Última actualización: Feb 27 ⏰

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¿por qué ella sí? ; enzo fernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora